jueves

Texto

En la barra de un bar parlante, una mujer rubia, delgada y de ojos claros, trabajaba día y noche. Sirvió mil ochocientos setenta y cinco whiskys en toda su carrera. Amanecía y se iba, o la esperaba en la puerta un hombre alto, moreno, de ojos esmeralda. Todos deseamos a la "Rubia", odiamos al "Moreno"; como a de ser. Tres mil quinientas cincuenta y cinco veces hicieron el amor. También vendía cigarrillos y besos. Cuatro años después, la mujer se suicido. No era un lujo ser la "Rubia", y el morenazo lo sabía, por eso nos jodió.

domingo

Azul

Son las 12:55 am; qué hago aquí.

Han caído las primeras lágrimas del día, estoy seguro que el día estará nublado; y un sentimiento de libertad me tomará preso todos los días, después.

sábado

Texto [Bitácora]

Pascal Renoux

Este es un canto

nombre a nombre

un ojo destella voces cuando mira

canta

cae el llanto y se devora la tierra

cae el silencio desde su pedestal más alto

unos labios lo esperan

se dicen callan

y se van

....

[Bitácora: Aquí podría escribir un blues y tardar todo el tiempo, quién me espera afuera. Mi blues sería para renombrar los muebles. La cama llevaría por nombre ausencia, aunque diste mucho de haber conocido mujer alguna; convalece, está a punto de morir. Le pondría mesas, que no se llamaría así, sino sexo; asqueado de vino me arrojaría a ella para morderla por dentro. Habrían copas tristes, airadas y dolorosas para cada estación del año, tendría su tiempo específico; también morirían por desaire. Una colcha, que por necesidad la nombraría pena, decapitaría el recuerdo; me condenaría a la hoguera colocándome un foco, que por antonomasia llamaríase memoria, en cada ojo. Terminaría ciego.

(...)

En cada palma de mi mano hallaría una fina novela (de blues también) con tu nombre, la reescribiría; aquí sí llevaría cama como cama. Al dormir despejaría estas palabras, o impondría otras que digan es extraño: extrañaría tu boca y mordería la mía con el ansia de perderla, cantaría otro blues para no morir. Al cuarto le hace falta algo. Una hora, o un destiempo. Se infarta al nombrarlo. Lo dejaré como tal: "cuarto", pero le pondré manecillas para ver cuanto tardo en olvidar. Cuando olvide recitaría azul, y ya despejado de todo llanto (que eso intenté decir) tomaría tu cuerpo y cantaría, lara lara. Estoy vivo.]

jueves

Texto

Fotografía de Pascal Renoux

Déjame que te robe un beso como roba la tarde en el silencio diez minutos al reloj


[...]


Deja la llave y un te quiero en el jardín que a media tarde no respondo bien por mi y nunca encuentro a donde ir


Alejandro Filio
*
Eugenia

Tu pezón es la extención de esta palabra: boca.




miércoles

Texto

Fotografía de Pascal Renoux

Y por el amor perfecto y sin ira llegaremos a la pasión pura y perversa

Apollinarie Guillaume





*
En tu boca sueno

tu cuerpo aguarda un mar

donde mi eco canta








Texto: y, extracotidianeidad

Cristina levantó sus prendas tiradas en el piso y se vistió para irse a trabajar, yo me levanté de la cama tiempo después, desayuné y salí a la calle. Afuera hacía calor, muchas personas tropezándose con el tráfico absurdo de autos, éstos son seres de metal incoherentes, sin destino.Me dirigí a la tienda de libros donde trabajo, está en la esquina de Insurgentes y Guerrero con su olor a viejo incienso. Llegué dos horas tarde, procuro ser puntual, pero esta vez Cristina tuvo la culpa de mi retraso. Hacer el amor con ella no siempre es hacer el amor, lo nuestro es un diptongo en una frase corta. Al abrir la tienda recordé las veces que deseó una luna de miel en Venecia, yo le he dicho que es aburrida, fría y sin sentido; en realidad no puedo verla casada con su amante.La tienda estaba en total desorden, dos días antes llevaron libros para renovar la lista, yo me encargo de colocarlos en los estantes, venderlos, leerlos y si es posible comprarlos. Este mes ha sido escasa la venta, ya nadie quiere leer clásicos; hace dos semanas vendí el de Inmaculada o los placeres de la inocencia de Juan García Ponce. Una mujer morena, alta y de cadera amplia lo compró; se llama Julieta.Tengo dos amigos que siempre llegan a verme y a platicar mientras fumo o estoy leyendo. Manuel y Lucia hablan de lo mismo siempre. Lucia dice que Borges es el mejor escritor hispanoamericano por su magia. Manuel no la desmiente, él prefiere a Cortázar.
Éste tipo, mi amigo, sabe de literatura lo que yo sé de deportes, nada. Fue Lucia quien lo integró al mundo literario, fui yo el tutor de Lucia. Muchas veces iba a la casa de su madre y llevaba libros de poesía o narrativa, leíamos fragmentos de algún poema, o frases; después la acariciaba y hacíamos el amor. Su piel con las sábanas y cubierta por la mía a veces era tierra húmeda y árbol seco. Su virginidad fue punto de lectura sobre el sofá, la mesa, el suelo y todo lugar concreto para sostenerla.Manuel se fue antes de lo acostumbrado dejando a Lucia conmigo, fumamos un poco y se fue. Tomé un libro y comencé a leerlo, la verdad no, sólo pensaba en Cristina y Lucia. La primera jamás visita la tienda y las buenas noches son relativas, como fue mi relación con la segunda. Lucia esperaba un te quiero, o te amo antes y al final de dormir juntos. Hacer el amor no era cuestión de tiempo sino de espera, tal vez me amó.Terminé de leer la primera página de El sueño de los héroes y Lucia apareció en el filo solar de la puerta, su cadera es similar a la de Cristina, no así su ritmo.Por impulso y sensación de ansiedad corrí a sus brazos, no ha sido secreto que aún nos besamos y que Manuel lo sepa.
Su cabello se posó sobre sus hombros, sus labios en los míos, su lengua se agitaba dentro de mi boca, y su cuerpo se constreñía haciéndome sentir cada vez más solo. El beso fue largo y sentí que la quise. Hicimos el amor, otra vez. Este hacer el amor con Lucia es lobuno, el tiro de gracia siempre se esconde tras un gemido, un ulular de vellos, el tiritar de nuestros cuerpos, o el desorden candente en que se envuelven dos toneles de piel y un recurrente vino coleóptero.Después, qué hubo después, supongo la misma larga espera de un decir incapaz en mí, que extraña vez he nombrado; quizá con Christina sea distinto: en forma y sentido. Yo recurro a Ella por amor, nostalgia, tristeza y a veces, por hechizo.
He multiplicado las noches con Lucia y Christina, en ambas el resultado es Soledad. Cerré la librería como si nada, luego se produjo en mí unas ansias bárbaras de estar aislado, sin embargo, de qué o quienes. Llegué al departamento, allí no me esperaba nadie. Tomé un poco de vino, puse un disco de acetato de Albert King, y en el sofá continué una divagación horrible entre el sereno mirar de las personas que se van y se tienen y continúan un camino igual de extraño que el primero; esto parece un sofismo, pero no, me refiero a Christina, a su corta cabellera y su centro y mi universo; su sexo, la afronta de más hombres y un destino cualquiera. Jamás noto en qué momento Ella destina un cebón de besos a mi verga, pero en ese instante me corro de labio a labio, suyos, y su boca suena igual a la mía, ésta en el cenizo ser de su entre pierna, su blancura crepuscular y lo deforme de su anatomía.Esperé a que llegara, pasó media noche y seguí bebiendo, pensé en Lucia y el color nítido de su ombligo, en mis besos dados a deshoras y en la nostalgia que ha de darle cuando se entera que yo soy incapaz de sostenerla; aquí, en estos brazos no creo, no puedo o no me atrevo. Lucia es diáspora, Christina Heliotropo. No llegaba y no llegó, al menos no, en el tiempo sospechado. Cuando uno se encierra en sí mismo abunda en circunstancias dichas y tal vez elaboradas. Ella y su novio besándose, Ella amándolo, no sé. Dista mucho mi realidad a lo concreto o especulado.Al final de la tercer botella de vino estaba derrotado, iracundo, huidizo; Albert king ya no era blues, sino tarde y madrugada. Sonó entonces el teléfono, una voz femenina, orgullosa, deplorable se anidaba dentro de la bocina. Nunca discuto a menos que sea necesario; fue necesario.
Discutí; dos horas más tarde apareció Christina. Con los ojos llorosos se arrojó a mis brazos, no supe que hacer y mecánicamente dirigí los míos hacia su cintura, abrázame, dijo.Qué podía sentir, ¿amor?, claro que no, sentía odio, necesitado de poseerla, pero un ebrio es distinto al deseo primigenio. La abracé fuertemente por la supuesta lógica de sexo y sexo, Christina sintió el roce del mío. Lloró más aún. Un gajo de viento era mi cuerpo junto al de Ella. Me recordó a Lucia y la besé. Entro a la sala, le di un vaso lleno de vino, de un sorbo lo bebió. Los reproches no esperaron ocasión, gritó muchas veces, ¿de qué se jactó? No lo sé. Dijo amarme, increíblemente no lo creí, ¿qué esperaba entonces?Nada, tal vez. Esa noche encerré palabras y dije muchas más libremente. Lloramos, cierto, jamás con el mismo ímpetu. Cambié de disco entre insulto de mujer herida y recuerdos que también insultaban. A Lucia le ha gustado siempre John Coltrane, puse un disco de él. Arrojándome al sofá y con la intención de besar a Christina dejé caer un poco de licor sobre su blusa. La tomé del rostro y sus labios fueron de nuevo míos. Esta es la ocasión para relatar lo sucedido después, pero, para qué. Saben ustedes cuándo un hombre se cansa y vuelve. Christina lloró por nada, es simple, no la amo.

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Además; hoy fui a una serenata; el amor es grande, en mí: el pecho quizá se me hunde, a ti sabes, te amo.

Horóscopo:

Sabes que todo tiene que llegar con esfuerzo y dedicación, aun cuando muchos nativos tienen serios problemas para entender esto en la primera parte de vida. De mentalidad madura, te sientes mucho más seguro y mejor en todos los sentidos en la vejez.

lunes

Cotidianeidad




Hoy fue la mayor parte del día, bello, hermoso; lindo. Se ha convertido en un día gris.


El horóscopo es mismo que el anterior; puagg.


La foto es de Pascacio.

domingo

Extracotidianeidad



Jatnaely dijo: "Es que el es muy terrenal".

Ella se refirió a mí.


Aquí entra otra visión, quisiera escribir acerca de ésta, pero es aún inestable. Desde hoy comienzo a leer mi horóscopo.
Capricornio:
No confías en la suerte. Tus logros son fruto del trabajo duro y de una fuerte determinación. Consideras el dinero una necesidad y puedes ser despiadado en tus tratos financieros. Sueles conseguir la seguridad ya en la madurez.
Por suerte ya tengo 22 años. Demonios!!

Extracotidianeidad

Jatnaely dijo: "Es que el es muy terrenal".



Ella se refirió a mí.

viernes

Cotidianeidad

Quise ser mecánico industrial, de niño, ahora se supone soy literato y apesto.
Tengo unos libros pendientes, hoy terminé de leer "Donde habita el cangrejo" de Eduardo Langagne. Hace años que se publicó el libro, de hecho, lo compré un tianguis, me costó como $3.50 pesos. Tiene una dedicatoria para Lupita, no sé quién sea, pero tiene nombre, está firmado por el autor.
Lo leeré otra vez.

Hoy es viernes y fin de semana y de clases, mañana toca lavar la ropa, salir a tomar café, o mi favorito Té Negro. Hace un momento escribí "algo". Me nació la ternura de padre que llevo dentro, y no tan escondida. También está pendiente un texto, que espero terminar mañana sábado. Y pasando a otra cosa, sigo cagándome de la risa con este video:
http://www.youtube.com/watch?v=Dv6ARTtJXZI. Para todos aquellos metalerazos, desde el Gay metal con Him, hasta el gogoroth. En fin.

Pensaba escribir más pero ya están a punto de cerrar el cyber, (maldita sea, no tengo lap).

sábado

Texto

Una familia feliz
1 de agosto

Mi nombre es Jesús y vivo con Magdalena: Todos los días antes de ir al trabajo acostumbramos hacer el amor. Hoy por ejemplo ella se subió a la recámara tan pronto le dije que había salido de la ducha. Tomó la puerta con enjundia y arremetió contra mi pobre y humilde cuerpo. Es una bestia para eso del sexo oral... en dos o tres minutos ya estoy tiritando de frío.
Mis piernas se entumen y todo mi cuerpo se dispersa en partículas de sudor y sed. Acomodé sus nalgas en mi vientre mientras mis manos le acariciaban los senos, su cuello palpitaba cuando recorría de lado a lado sus pezones. Son unos muros de barro, le dije. También pensé que son más como unos bronquios revelándose ante el mar, con vida propia.
Toda ella es un eco en lontananza. Finalmente tuve que bañarme otra vez y Magdalena a las labores cotidianas. Después encontré un papel que decía: Te amo. Tenía asuntos pendientes antes de llegar al trabajo, uno de ellos, análisis de sangre. Siempre he odiado a los enfermeros.

4 de agosto

El día primero con los análisis y el trabajo quedé exhausto, al llegar a casa, Magdalena estaba esperándome, tenía rostro de desesperada (a mí nunca me ha importado) y, obvio, me puteo como quiso. Yo cansado y ella fregando la madre, no hay derecho, no lo hay. Su predica fue el tiempo (porque también en la noche antes de cenar, nos aventamos uno: le llamamos el recibidor). Apurado por todo, apresuré el ritmo y coloqué laureles y rosas en el comedor, a ella siempre le han gustado, se desvistió y nada más sintió el primer empujón, comenzó el cataclismo.
De los tres días anteriores ya no gemía igual, sus piernas no apretaban como siempre, de hecho su labor de labios en mis brazos parecían de imitación, eso sí, había algo más importante, se movía con un temblor exuberante, en dos o tres metidas me vine y ella se calmó. Ahora que lo recuerdo, siento que soy una bazofia, pero el amor es lo que cuenta, ¿no? Cenamos pavo y bebimos whisky.

6 de agosto

Algo me preocupa después de la cena del martes, Magdalena se fue a la cama sin decir nada. La verdad supuse que fue mi precocidad, soy un tipo de poca imaginación pero de muchos actos…

10 de agosto

Decidimos salir de paseo para calmar el ambiente. Magdalena ha estado rara, ya no me besa y muy de vez en cuando se acerca y me pone las nalgas en la cara, ¿qué será?, esta cabeza que tengo sobre los hombros no me sirve, pienso más con la otra y he tenido ansias tremendas de ejercerla, pero ella no quiere... está embarazada, creo. El paseo fue un asco. El auto se estancó y la comida se hecho a perder, toda una travesía de infortunios. Lo importante no es este caso sino el otro. Al llegar al parque, cansados, bajamos el mantel y la canasta en donde estaban los alimentos preparados. Magdalena no deseaba tanto salir de casa, en realidad yo tampoco, pero algo se tiene que hacer cuando vez que las situaciones en el hogar no va del todo bien. Nos fuimos a buscar el lugar adecuado: lo hallamos a la sombra de un árbol.
Para eso ya llevábamos más de medio día chingado. Tomamos soda y fumamos un poco mientras estábamos recostados. Recuerdo que le acaricié la entre pierna y le decía palabras bonitas al oído; mi amor, te quiero, te adoro, eres todo para mí. Si abría las piernas no me importaba decirle, Te amo. No somos el matrimonio perfecto, pero sí el más honesto hasta ahora. Cuando todo estaba viento en popa, un tipo con tono de enfermero nos jodió el momento (por eso los odios más), se acercó a pedirnos lumbre, cómo es posible, deberían asesinar a los enfermeros.
Total, le dimos cerillos, Magdalena quedó viéndolo, de seguro le gustó o se conocían, qué sé yo. Al rato nos dimos cuenta que la comida ya no servía. El enfermerillo se percató y nos invitó a comer con ellos, no quería pero Magdalena aceptó por los dos. Andaba con una mujer muy linda, se llama María y sí, es una madre de vieja. Como le traía roña desde hace tiempo me lo chingué. Comimos y después salimos a dar una vuelta por el parque. Diez minutos más tarde tomé a María por la espalda y me la llevé al monte, la señorita no era tan señorita, bien que faja y coge, sólo se le tiene que dar flores para que dé las nalgas. José, que es el nombre del enfermero, nos vio muy preocupado al reunirnos otra vez, a mí en especial me veía con ojos de diablo, Magdalena sólo se reía y su boca estaba desajustada, no me importó.

14 de agosto

María consiguió el número de la casa y no para de llamar, José llama a Magdalena y yo no llamo a nadie.

20 de agosto

Magdalena sufrió un accidente y necesitan practicarle unos estudios, para eso ha decidió ir con José, se ha vuelto su amigo íntimo y a mí ya me está encambronando. La acompañé y todo salió de maravilla, entró sola para que le sacaran sangre y hasta parecía que le andaban sacando madres porque gritaba con dolor tremendo (ya sé que están pensando, yo también lo pensé) pero no. Pobrecita, asentí. Los sentimientos en casa no han estado del todo bien, ella sigue triste y yo preñado de preguntas, algo tiene, ¿será que ya no me ama?, no lo sé.

30 de agosto

El miércoles veintiocho fue su cumpleaños, le regalé unos discos de los Doors y unos más de Janis Joplin, además, una cena romántica. Traté de estar a la altura: whisky, pasta italiana y de postre manzanas con crema. Debió de agradecérmelo, pero no, Magdalena sólo atendía mis labios y me decía te amo. María habló esa noche y fue ella quien respondió, quizá eso haya sido el problema.
José también la llamó y no dije nada, si a esas vamos, todo tiene que ser equitativo o ¿no? Su cuerpo con el vestido negro parecía tornado campo que en mis verdes manos debía arrugarse, su boca tintineaba notas de clamor y desesperación, era un vestíbulo de dolores, tristemente alegre me besó en la mejilla y se retiró al dormitorio. Yo quedé pensando y no dije más que...

10 de septiembre

José y María se casaron, nos invitaron a la boda: aceptamos. La fiesta apestó, muchos enfermeros y los odio, no saben nada, mejor aún, no sabemos nada. Regresamos a las doce de la noche, Magdalena tenía un semblante distinto y yo, quería coger.
No se pudo, por más intentos que hicimos sólo nos besarnos y dijimos buenas noches, amor. Antes de apagar las luces, ella quiso decir algo más y no se atrevió, mis celos estaban a flor de piel y las apagué.

15 de septiembre

María llama al trabajo, de las quince llamadas le he respondido una. Contó que todo estaba bien con José, parece un carpintero abriendo hoyos, mencionó. La verdad envidié al pendejo de José, yo he pasado casi un mes sin hacer nada, a Magdalena se le apagó el motor, sufre y no dice por qué. María me propuso coger otra vez y acepté, nada nos espera, así que no me incomoda tener otras nalgas fuera de casa, mi mujer ya no me ama finalmente.

20 de septiembre

Magdalena quiere el divorcio y yo sexo: soy un asco.

25 de septiembre

Se ha tratado todo el asunto y en menos de dos semanas más estaremos divorciados, aún no sé por qué, pero así será.

29 de septiembre

Estoy enajenado, no sé en qué fallé, es un calvario esto de estar y no ser con Magdalena, me he caído más de tres veces y no he podido levantarme, tengo sueño, hambre, odio, dolor, todo...
A Magdalena la han llamado de su trabajo y parece que la van a despedir, eso sí me importa: la amo.

5 de octubre

Estoy llevando una relación con María, salimos, cogemos y se acabó, José sabe de lo nuestro pero se hace pendejo, en realidad todos los enfermeros nos hacemos pendejos, será por eso que nos divorciamos.

9 de octubre

Ayer fue la última firma para el divorcio, ya no hay sexo ni amor ni nada, me siento inútil, no sé si es sano pero he llamado a María para que venga a casa, ella no coge como Magdalena, es tosca y fría pero apacigua mis ansias, ¿ya dije que amo a Magdalena?

12 de octubre

Se fue y me dejó un recado: te amo Jesús. Tuya… Magdalena la apedreada.

15 de Noviembre

Ya sé en qué fallé y por eso odio más a los enfermeros, me odio tanto que no tengo tiempo para pensar en matarme, por eso, me he refugiado en el culo de María, que resulta como mi madre.

25 de diciembre

Terminé con María y ahora estoy con otra. María y Magdalena son amigas, ya no importa. José y yo somos como padre e hijo.

jueves

Texto


El anuncio



Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

Óscar Wilde



Decidí suicidarme esta mañana y sigo pensando cómo hacerlo. Hace dos días pensé lo mismo y me detuvo el cansancio, no siempre llego de buen humor a casa y no siempre pienso, probablemente. A veces creo más en la historia del ahogado que en aquella en donde el protagonista se vuela la tapa de los sesos, le temo a las armas y sería un desastre manchar de sangre el tapiz traído desde Escocia.


Sigo pensando cómo demonios matarme, es una cuestión patológica, me amo pero también me detesto, esta situación está causándole estragos a mi estómago, prefiero morir de un disparo que de gastritis. Envenenarme, es posible, sólo que el seguro cuestionaría todo el acto y eso es preocupante, no hay que dejar rastro alguno, peor aún, estrujarían mi santo hogar para verificar si hay o no ausencia del veneno. Eso no es agradable, a nadie le agrada que revuelvan muebles y libros y ropa y todo, sería molesto que después de muerto una angustia fatigara mi descanso. Ya he dicho que la sangre es otro punto, no al cuchillo a la navaja y menos a una pistola, hay otras opciones y en esas estoy meditando. De algún modo le tengo afinidad a la horca, pero esos besos que fueron de Gabriela y ahora míos en el cuello, se despertarán del largo silencio que los opaca y jamás conciliarán el sueño; esto me lleva a los tipos que mueren de insomnio, es bastante creíble, de hecho en una noche así surgió la idea. No quiero que me ganen los años, la edad, los remordimientos.


Le he pedido a Dios que me mande un rayo pero no escucha, tampoco creo que exista, son las ganas de subir al cielo nada más por puro importe. La marihuana es rica, pero ya dejé ese vicio hace mucho tiempo. La marihuana descartada… la cocaína, posiblemente. Hace dos horas que escribí lo anterior y detuve el paso porque no hallaba otra forma, ahora tampoco, de repente pensé en la idea de los precipicios.


He visto cómo la gente se arroja de los edificios sin pena ni gloria, son unos tipazos esos hombres que por amor se matan, se colocan al filo del abismo y ¡zaz!, el madrazo a todo lo que da, es poético el asunto y yo quiero que mi muerte sea más que poesía. Si amara lo haría, por ahora no. Sería bueno tomar el desamor como pretexto, uno busca una salida por todo aquello que lo atormenta, por lo regular son temas banales. No importaría si alguien viene y decide lo que yo no he podido decidir, pero no un asalto, eso ya pasó de moda, ahora, lo nuevo es la heroína ¿y si no resulta? Mejor será enamorarme, por amor se hacen las barbaridades más filantrópicas y extenuantes que en definitiva llevan al hombre a la ruina absoluta, voy a buscarme una mujer de cadera amplia y cabello rubio, a Gabriela la amé pero no era rubia y tampoco tenía formidable cadera, fue algo así como el amor de mi vida.


Tengo la impresión de que algún día tomaré la salida menos adecuada, soy un asco, lo sé. Pondré un anuncio en el periódico que diga: “se solicita mujer rubia y asesina”, mientras tanto, exclamaré el nombre amado mil veces en soledad que no hace sino cuajarme el alma y aniquilarla si acaso por partes y en extrema sutileza... mi vida.



martes

Cotidianeidad

¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra?
¡No para siempre aquí, un momento en la tierra!

Quetzalcoatl

El sábado pasado visité la ciudad de San Cristóbal –pero esto no es lo trascendente. Antes del viaje, por la mañana, estuve platicando con Eduardo. Él está enamorado. Un día antes salió de paseo con su novia. La tarde era hermosa, callada; llovía; estaban solos y en su soledad se amaron: fueron felices. Pero, el sentimiento de amor que se demostraron y lo radiante de la tarde (para los dos) fue provocado, en mucho, por la gracia de un suicida.
Aquí cabría la frase de Octavio Paz que dice más o menos así: “todo corresponde a lo mismo”. Esta ley de correspondencia atañe a todo lo que nos rodea –como los contrarios. Bueno y malo; belleza y fealdad; todo y nada; vida y muerte.
Para continuar quiero contarles algo más. Rumbo a San Cristóbal, otros pasajeros, el conductor y yo, topamos con el cuerpo de una mujer a mitad de la carretera. Había policías de la Sectorial, otras personas viendo el acontecimiento, coches en fila. Por suerte, el conductor del camión donde viajaba no se detuvo y continuó su camino. Algunos de mis acompañantes, por morbo, quizá, se levantaron de sus asientos para observar. Yo por desgracia viajé a lado de la ventanilla.
Las personas dentro del transporte comenzaron a lanzar lastimas, palabras que solo le corresponde al dolor ajeno. El señor que viajó a mi lado preguntó “¿Está muerta?”, yo asentí a la primera vez, él repitió la pregunta, pero ahora con un disculpe, “¿señor, está muerta?”.
Minutos previos leía a Agustín Bartra. Cuando mis ojos vieron el desastre, precisamente estaba leyendo esta frase que no es de Bartra, sino de Whitman, dice así: Yo era el hombre, y estaba allí, y sufría…
Entonces volteé y respondí: No lo sé. Aquel hombre se quedó callado y observando a su hija que tenía en brazos. Yo observé el libro, lo cerré y quedé viendo las montañas, pequeñas todas ellas, y el puente que divide el cielo y la tierra. Me sentí más vulnerable que todas las veces que he visto hombres o mujeres morir, me sentí bestia del destino, concebí en mi interior que tan humano soy.
(Ahora que escribo esto en mi cuarto, ya solo, con el libro de Agustín en la cama, otros libros en la mesa, y demasiados recuerdos, me hago más pequeño y digo; estoy vivo, y la grandeza de la vida me inunda).
Ayer domingo discutí lo sucedido con una compañera en un café, ella tomó capuchino, yo Té negro con hielos. Decía que estamos acostumbrados a ver morir a los demás que ya no sabemos si la sensibilidad pende del hilo de la muerte o del corazón. Qué asco me doy por lo que vi.
Para quien todavía está vivo le afecta de manera directa, dice. Pero yo no lo creo así, ustedes, lectores, desmiéntanme. Y que sea con diálogo claro, sin dogmas. Por qué creo esto, porque duele la soledad que deja la persona, no nos duele el ser en sí –más, sí a ésta se le quiere.
Quien muere no supo si murió puesto que ya no es, así quien es todavía tiene la capacidad de representar algo, la vida, por ejemplo, más no la muerte, a excepto de que sea para un museo, más de esos museos carreteros, donde las personas que pasan juzgan el cuerpo y lloran por lastima, habría que darle a ellos una recompensa, gracias por su dolor ajeno.
Dice Octavio Paz que no morimos nuestra muerte, eso mismo dice Agustín Bartra, y yo creo firmemente en eso, no por ellos, sino por mi. Uno deja de ser en el momento de morir, jamás se vuelve a ser conciente, de hecho, para el vivo que observa, no está conciente del todo de lo que ha visto, esa muerte que no existe, la diosa invisible, la Coatlicue de todos.
Bartra dice, “Cuando se nace algo se muere, cuando se muere algo nace”, es cierto, y no temo porque pueda ser refutado lo que creo. Al nacer se deja el vientre, la primer casa, ya a muerto entonces el primer síntoma de vida, o como dijo Platón, se ha dejado la etapa astral, o como Paz, al nacer ya somos solos. Al morir se nace, puede ser el eterno retorno, volvemos a lo que alguna vez fuimos y siempre seremos, quizá.
Agustín Bartra dice, también; “quien tiene corazón, alma y sentimientos es más grande que su destino”. Sea así, ustedes como yo dependemos de un hilo siniestro, de un mar sinuoso –mortuorio. Somos parte de la sal de ese mar: el universo.
Y como esto de la muerte es un tema que ya es cansado tratarlo, lo dejo hasta aquí, en esta palabra aquí que quiere decir ahora, que dice, estoy vivo.