martes

Dos

A estas horas no quiere a nadie
no siente
mi cuerpo es un lirio que contempla
el reflejo de otro lirio
y se ennegrece por haberse visto solo

Se llena de tumba
y no le penetra el aire
está inasible

a estas horas se guarda
dando vueltas como un animal
en su propia jaula
Si me alejo de mi cuerpo

comprendo que está solo
que necesita caricias
besos
que debería estar acompañado
acerando sus garras en alguna espalda
y beber la sangre que de ella corra
pero comprendo su soledad
y lo dejo descansar bañado de tiempo
y desgano

Sé que no tiene la culpa de haber despertado
este día incontrolable
terco y ruin
en que a mí
se me antojó recordar las veces que

era acompañado

Uno

Cómo no ponerme a recordar si te llevo en mis arterias
si cuelgo todos los días mis brazos a tu sombra
si le pertenezco por completo a tu ausencia
Cómo no recordar esos días en que irse muriendo
no era trágico

sábado

XII

Wagner suena
y yo me duelo de esta ciudad

ajena a mi tristeza
símbolo de no entender
nada
absolutamente nada

viernes

XI

Era paseo de botones a medio día
yo la iba desvistiendo
mientras ella caminaba
hermosa dueña de mi luto
e iba de la mano con el

dolor ajeno de quererme
terrible soledad la calle
y mis arterias
Volteó a verme
y sin tocar su piel
la tarde sobre la ciudad
arrojó la edad perfecta del
abandono

olvido era ya mi estatua
en la única
e inconsolable piel
que me abrazaba

miércoles

X

Arrancada
enjuta
ciudad de rostros
tu piel cuelga
de los cabellos de la noche
Es tu cuerpo
habitad de caricias
que se develan en hora fúnebre
ombligo de la luna
tu ceiba rueda sin cabeza
casa de olvido tu vientre
Ciudad vieja
sobre tu espalda
la concha amarilla
espumea licor de sombras

sábado

IX

Debussy oh Debussy mi sangre hierve Esta tarde te escuché atento en silencio tuyo y atardecido yo Hubiera dado más del llanto que tengo ahora en las manos para dormir el silbido que de las calles brota pero llegué húmedo de cántaros amargos Que triste tristísimo doncel el que brilla alrededor del cuello de esta sombra Siento arder dentro del pecho todo el caudal de río que es la noche
Oh Debussy ya no soy sujeto de mí y al observarme detesto lo que veo Bicho crudo huérfano de hijo de esposa de hogar
Aquí la ciudad tiene nombre y olor a herida como la noche un muelle donde se atan y suicidan lenguas cuando el mar embravecido arroja piel cansada de otras tantas lágrimas enmudecidas






viernes

VII

Ciudad de Jazz a esta hora

libre

libre

libre

muerte

lunes

IV

Este poema enfermo
el más dolido de todos
donde aquí se anega

la voz
Violeta recuerdo
Tres noches ha que no vuelve
el derrumbe de tus Costas
a mi ansiada y desesperada
cuenca
mi boca
lamento y tristísima
consola
Hace tiempo que huelo
a terco
a furibundo terrón de lágrima
y trato de no ahogar
tanta soledad en mí mismo
Estos días
augurio de otra tumba
me llenan de ti
y ausencia te recorro
en los azahares del cuarto

y en el azar de velas
cromáticas sobre las calles

Tu lugar es la noche
habitas la oscuridad del ojo
y observas de lejos
el paño que tiende la negritud
sobre la ciudad fútil
No haces nada
tu olor me contagia
contigo el abrazo torpe
del corazón asimétrico
a ti va la sombra
de mi sombra en un remolino
de silencios
besos del grito
y te vistes de ellos
para no verme
Violeta
Esta ciudad me arde
y no hace mi palma
más que sangrar y sangrar
por la pura costumbre
de herirse


sábado

III

En este leve ascenso
muy leve
de tarde cocinada al tiempo
como en una gran cacerola

de corazón abierto
y pulpa de mañana tristísima
Al dente
bajo a ver partirse
la lluvia en las esquinas y los
retablos que bese y bese
el olor a tierra no se mueren
¿Qué llagas esconden
abrazadas en la piel del agua esas
imágenes que se han ido?
Esta ciudad es un hilo
de lenguas
sobradas de tanto llanto

jueves

II

Que rabia de ciudad
¿No es cierto?
De las gradas del cuarto
a la calle está
la indiferencia misma
de no haber nada

Una noche aislada de
sí misma
luceros que hacen

más sola la hora de pensar
que crujen de soledad
allá mismo
como en otro mar
Bajar a la ciudad

a remojarse el llanto
a nadar para no morirse
entre la basura de la
esquina y el hambre
y la sed de seguir

bajo el ombligo inhóspito
de cualquier hembra
pero de veras bajar
a la ciudad para no estar solos
engullidos por algo
que es la costumbre
de vernos al espejo

oscuro también
y decirnos poco a poco
como para no decirnos
realmente nada y no herirnos
qué pendejo me siento

martes

I

Oh ciudad adentro
tu garganta es el río
de todas mis desesperanzas
en ti el día
mórbido de corazón
es otra calle de sangre
amoratada
en ti
crótalo o pulpa
se desprende el ahíto
de tanto tiempo andado
oh ciudad de almas
sobre ti la sombra lame
tu huella mansa
de flor de tallo rojo