miércoles

Mi cráneo como armadillo

Mi cráneo como armadillo,
polvo de selva sobre polvo de muerte.
Una tormenta
dentro
y el armadillo corre y sus patas nadan
sobre las flores que caen
que, a medio viento, caen sin caer
hasta el suelo.
Qué blancura el rastro,
las huellas,
el flirteo de la lluvia y la noche;
es una sierpe la sombra en la oscuridad,
es un olor a recién nacido el corazón,
es una roca preñada el armadillo,
un descalabro en el veneno que no supo,
que no pudo continuar.

Declaración de amor

Declaración de amor:
mi nombre en una falda, en unos pechos,
en las caderas, en el torrente marítimo de la jaula,
en la finísima distancia de islas morenas,
en la mano,
en el brillo de los relámpagos al tocar su pelo;
en el sol,
su tono,
la semifusa,
el acorde,
el saludo,
en la hoja herida
de la barca ciega.
Mi nombre:
en el colmillo de la rosa
en su pétalo místico y
en su tallo de madera y de cuchillo

Este rencor amargo

Este rencor amargo
esta burla amarga
este amargo amargo:
la calle
una mujer en la calle
y en la esquina la noche y el cadáver 
y el hijo del cadáver que se levanta
que mueve muros y rodea su espalda
como si le florecieran rosas
y sólo espinas en la calle

Brazo quieto de la noche
del panal, del musgo, de la herida,
brazo que turba, quieto, en la sombra
en la balsa sombra donde recostado el cuerpo
se abre, se deletrea, se muere

Y manjar que brota,
que dulce, como es el huérfano de nombre, 
lo quiebra
lo
pulveriza 
y quién sino
quién sino el manjar, la pulpa, la turquesa,
el bailarín, la flauta, el tango, mi hetaira,
quién sino
y en la esquina la noche
la mujer
el vals 
y dentro la amplitud
la manzana sin cáscara 
el árbol sin tumba
la zorra plateando el horizonte
el disparo dentro de la bala 
quitándose la vida

lunes

En los ruegos

En los ruegos
cuando ciño el brazo bajo tus pechos
el día, anochece 
Alguien nos observa dentro de tu mar
y abre las olas, las palabras,
y la playa árida
se yergue en peces
como gotas
como lluvia
Yo, equilátero, coloco mi nado
en el umbral de tu memoria,
la sonrisa burlona del filo
duerme con nosotros
esta sed ebria



jueves

Al salir de casa

Al salir de casa nada observo
sólo
caballos en la llanura, pastando
Doy vueltas a la cuadra
y en la esquina giro los pasos
hacia el viento
y me detengo
La gente mira
y miro los ojos de la bella
de la cruel hoja del árbol recién caída
 
II

Qué
hay personas en la calle mirando
Yo me pregunto
¿en casa el árbol habrá crecido?

lunes

Desprendido

Desprendido
arrojado de la balsa
y náufrago 
todo el cuerpo
Esta voz de huesos
llena de alacranes
llena de mar
rodeado de mar y nado
Este cuerpo
este abrazar la playa
y su ritmo de arena
este crujir sin pasos
sin ir
sin quedarse
sólo crujir de ala
sólo amanecer temblando
como gota
bajo el hielo

jueves

Quién eres, Demonio

Quién eres, Demonio
cuando tu cabello cae como rayo entre mis manos
y tus labios tocan el astro durmiente.
Cuando la sal y la lluvia 
en mí hacen germinar olas
y un labrado surco de espesa niebla.
Quién eres
si en tu cuerpo la llama se mitiga,
si el mar agota sus aguas para llenarte.

¿Demonio o Virgen?
¿Culto o testamento?
En ti el secreto se devela.


Ahora estamos sentados y vemos la vida

Ahora estamos sentados y vemos la vida
como algo que está,
que desde fuera nos observa con su diametral ojo de zorra.

La gente camina sobre la calle
y no es mucha la distancia entre ellos y nosotros;
algunos se ocultan de nuestra vista,
encogen los hombros y miran alrededor
como buscando el paso dejado: la rosa oculta en la tiniebla.
Y así pasa la vida.
Tu y yo arrodillados, sumisos, casi tercos,
invernando el luto: la ceremonia del entierro;
esperando la noche y su tranquila mar con suaves
y ondulantes alas espumosas.

Desde la ventana sonreímos,
el rostro ajeno nos mira y se retrata en las pupilas.
El espejo dibuja nuestra emblemática mirada:
flores en la oscuridad que sangran.

sábado

Mujer

Este no es un poema porque no hablará,
no dirá nada.
Es tan sólo un arpón, 
o la inicial de cualquier nombre.
Ante la vista de todos ustedes
recordará que este no es un poema
sino un espejo:
la voz,
la plateada telaraña que sangró el verso:

jueves

Nosotros, todos nosotros,

Nosotros, todos nosotros,
antes de irnos, fuimos siempre el mismo.

Se arroparon nuestras brasas y nuestro
largo andar, y nuestra llama;
y el fuego nunca se detuvo, porque llamarada
nuestra lengua,

y...
Todo continuó,
agua, tierra, mar.

Nada esperó el encuentro,
nadie dijo, nadie andó como si,
fue tanta, tanta la espera, y sí.

Hubo tan claro espejo
que al atardecer te vi, nos miramos.

martes

Estamos varados

Estamos varados, como el mar en el mismo mar.
Dentro, en la vista de la playa, a lo lejos,
en el adiós cuando es tarde y no queda tiempo,
sólo el abrazo perdido,

la imagen del sendero y nuestras manos tomadas
y nuestros corazones llenando de raíces el camino.

Somos tiernos y mendigos
como la fiebre terca al mirarnos.
Tocamos el suelo, la herida,
como gotas de sal en un frasco de arena.

sábado

Era niño cuando

Era niño cuando frente a mí las piedras 
se protegían de mis manos.
Yo las apuñalaba al arrojarlas fuera de su nido
y ellas giraban y giraban y caían en silencio.

Veía el polvo en mis manos y pensaba 
en la sombra antes de erguirse y caminar,
y daba pasos hacia las piedras y
mi sombra se proyectaba,

jugaba a caminar sobre piedras;
una palma tomaba mi cuerpo para arrojarme 
fuera de mi nido.
Mi cuerpo caía en silencio y mi polvo llovía como granizo.