jueves

Quién eres, Demonio

Quién eres, Demonio
cuando tu cabello cae como rayo entre mis manos
y tus labios tocan el astro durmiente.
Cuando la sal y la lluvia 
en mí hacen germinar olas
y un labrado surco de espesa niebla.
Quién eres
si en tu cuerpo la llama se mitiga,
si el mar agota sus aguas para llenarte.

¿Demonio o Virgen?
¿Culto o testamento?
En ti el secreto se devela.


Ahora estamos sentados y vemos la vida

Ahora estamos sentados y vemos la vida
como algo que está,
que desde fuera nos observa con su diametral ojo de zorra.

La gente camina sobre la calle
y no es mucha la distancia entre ellos y nosotros;
algunos se ocultan de nuestra vista,
encogen los hombros y miran alrededor
como buscando el paso dejado: la rosa oculta en la tiniebla.
Y así pasa la vida.
Tu y yo arrodillados, sumisos, casi tercos,
invernando el luto: la ceremonia del entierro;
esperando la noche y su tranquila mar con suaves
y ondulantes alas espumosas.

Desde la ventana sonreímos,
el rostro ajeno nos mira y se retrata en las pupilas.
El espejo dibuja nuestra emblemática mirada:
flores en la oscuridad que sangran.

sábado

Mujer

Este no es un poema porque no hablará,
no dirá nada.
Es tan sólo un arpón, 
o la inicial de cualquier nombre.
Ante la vista de todos ustedes
recordará que este no es un poema
sino un espejo:
la voz,
la plateada telaraña que sangró el verso:

jueves

Nosotros, todos nosotros,

Nosotros, todos nosotros,
antes de irnos, fuimos siempre el mismo.

Se arroparon nuestras brasas y nuestro
largo andar, y nuestra llama;
y el fuego nunca se detuvo, porque llamarada
nuestra lengua,

y...
Todo continuó,
agua, tierra, mar.

Nada esperó el encuentro,
nadie dijo, nadie andó como si,
fue tanta, tanta la espera, y sí.

Hubo tan claro espejo
que al atardecer te vi, nos miramos.

martes

Estamos varados

Estamos varados, como el mar en el mismo mar.
Dentro, en la vista de la playa, a lo lejos,
en el adiós cuando es tarde y no queda tiempo,
sólo el abrazo perdido,

la imagen del sendero y nuestras manos tomadas
y nuestros corazones llenando de raíces el camino.

Somos tiernos y mendigos
como la fiebre terca al mirarnos.
Tocamos el suelo, la herida,
como gotas de sal en un frasco de arena.

sábado

Era niño cuando

Era niño cuando frente a mí las piedras 
se protegían de mis manos.
Yo las apuñalaba al arrojarlas fuera de su nido
y ellas giraban y giraban y caían en silencio.

Veía el polvo en mis manos y pensaba 
en la sombra antes de erguirse y caminar,
y daba pasos hacia las piedras y
mi sombra se proyectaba,

jugaba a caminar sobre piedras;
una palma tomaba mi cuerpo para arrojarme 
fuera de mi nido.
Mi cuerpo caía en silencio y mi polvo llovía como granizo.