sábado

Carta de Brenda

Hola:

Buenas noches, finalmente ha llegado el año 2010, unas horas joven y quien sabe como vayan dandose las cosas.

Te escribo para hacerte saber mis buenos deseos para contigo, el año 2009 fue un año en el cual apenas supimos el uno del otro, solo se que sigues en la escuela, la musica ya no formar parte de ti, sigues leyendo y me mencionas autores que no he leido (eso es bueno porque asì busco incrementar mi conocimiento respecto a literatura) tienes un amor y la vida va.

No tengo bien claro desde cuando es que nos "conocemos", creo que fue algo espontaneo, comunicandonos con frecuencia por messenger en vez de foro del SN, siempre me pareciste distante, ausente, lejano, y lo sigues siendo porque pues vives lejos y tienes cosas que hacer y cuando conversamos no ahondamos mucho en la vida del uno y del otro.

Quizàs algun dìa nos conozcamos en persona y conversemos mucho sobre todo y nada a la vez. porque el año pasado la disponibilidad de tiempo y dinero para mi fue en absoluto la causante de que no llevase a cabo muchas cosas, soy una persona desorganizada, ultimamente la disciplina no es uno de mis fuertes, pero creo que nunca es tarde para empezar.

Fabiàn yo espero que el año que terminò haya traido para ti màs experiencia, màs sabidurìa, y que este que comienza que es un ciclo màs, las metas y proyectos a perseguir te sean plenos de satisfacciones y culminaciones, deseo para ti y tu familia un año de bienestar y tranquilidad, con mucha, muchisima salud.

Cuidate mucho y sonrie, que de vez en cuando no hace daño.

Feliz 2010

Brenda

Velorio

>>Buenas tardes, Juventino, ¿cómo te va?

>>¡Aquí, caminando! Rubén.

Cuando vuelva usted al camino viejo, se dará cuenta de la sequedad amarga del río. Las brechas que conducían a las milpas más bien lo guían a uno al cementerio. Se ha vuelto una laguna llena de tierra y de sed. Ya no verá aquel sendero que se juntaba con la orilla del río, y a las mujeres lavando en piedra lisa, la ropa de los peones. Ya no verá las atarrayas hurgar la marea baja, ni en meses de lluvia el camino dejado por el musgo entre raíces. El río es un fantasmas que rueda entre la grava, con una cantidad olvidada de peces que se adhieren al tiempo.

>>¿Caminando? ¿Se acuerda de las reuniones para celebrar al Santo de la capilla? Ya no se hacen... Íbamos a ruido de cohetes, por aquí mismo. ¿Se acuerda?

>>...

...aquí donde estamos usted y yo, las Magdalenas iban caminado a vuelo de enaguas, por eso caminábamos a paso lento, viendo cómo las nalgas les bailaban sin calzón en toda esa junta de telas.
Después cada uno tomaba se encamiba con una de ellas.

>>Allá, por donde viene Julia, ¿se acuerda?, se hacía la remolinera cuando los vientos cruzaban el agua.

>>¿Y, adónde va, Rubén? Que es que lo veo triste.

>>Espero a la Julia para irnos. Ya deberías saber qué es lo que se habla cuando te dan ganas de caminar, tú, que tanto acostumbras andar solo.

Ahora ve uno venir el frío desde allá arriba de los cerros, arrancado de la punta de los abetos. Y uno quisiera que ese frío hiciera temblar el cuerpo, sentir el fresco entrando por los huesos, pero hasta el frío tiene sed y no nos toca.
Ya verá que mientras es de día el viento baja en forma de polvareda y luego sube, y es como si los huesos anduvieran caminando sobre el silencio. Y usted no podrá caminar más, porque el camino se detiene y el tiempo se va en busca de más polvo.
Cuando llegue a medio día sentirá el olor profundo de las flores, pero, le digo. Ande lento, fijándose de todo, porque a veces dando el paso a uno le entran espinas, y ojalá fuera sólo eso.

>>...

Cuando la espina cruza el cuero del pie también se siente el quejido del cuerpo –si es que no escucha el de los demás– y querrá irse más aprisa, pero es inevitable y tendrá que andar así, como teniendo hambre.
Yo le digo que lleve algo con que hacer fuego, aunque según lo veo no creo que lo necesite. Se acostumbrará; y cuando pase verá la luz del otro polvo. Para ese entonces el sueño le vendrá bien, pero le aconsejo que no duerma, aunque si lo hace, procure guardar bien todo lo que lleve en mano o en el pensamiento; ya verá si no hace lo que le digo. Si se duerme pensando, escuchará el latido de la tierra, y la luz será mal augurio.
Pero le digo que mejor no duerma.
Si sabe andar bien, encontrará algunos conocidos a los cuales no les ha perdido el rostro y ellos le invitarán un trago, sin embargo, no habrá agua que le sacié su sed. Otra cosa, no beba mucho, de lo contrario juntará penas como cuando cazaba peces y se olvidará de las suyas, y si eso sucede, correrá el riesgo de querer salir y será peor que olvidar, porque entenderá que nunca tuvo memoria y querrá, por lo menos, morir.
Con los años aprenderá a inventar, llamará a este pueblo según crea necesario y hará lo que usted quiera, entendiendo que lo que haga no debe ser por mucho tiempo o terminará, como le he dicho, olvidando todo.
Yo he cultivado algunas flores que huelo y nunca crecen. Hago de cuenta que las riego con agua del río y veo cómo emergen de la tierra con los pétalos muy azules. A veces siento que me están diciendo algo que no quiero escuchar y veo el pueblo por todas partes. Prendidas las candelillas y sonando las campanas, pero tengo mucho miedo porque creo que soy vigilado. Usted no tenga miedo ya se acostumbrará y le será fácil seguir el sonido hueco de esos repiqueteos, como gotas gordas que la lluvia trae.

>>No es que esté triste, Juventino. Es que no me dejas en paz.


Corteza

Vuelto a los mismos días
abro el pecho que se cae de hastío
Se queja del sabor común
que tiene los oráculos
vistos en el espejo
de la piel y la boca
que nombran el polvo futuro
de la sombra que entra, fría,
al hervor de la memoria

Mi pecho está cansado de tanto
pedir tiempo,
una hora para el sabor licencioso
de la miseria, una sola.
Un espacio donde ocultar los rezagos
de las viejas tumbas, o una caja propia
donde pueda hacer mártir el desprecio

Mi pecho es un ardid de piernas
que bailan, y un trago por la noche.

Si dejara de volver ya hubiera
encontrado cruz con que persignarse
pero le llama el fuego, y todo lo que hace
es andar ciego despertando la mirada
del verdugo.