Mi cráneo como armadillo,
polvo de selva sobre polvo de muerte.
Una tormenta
dentro
y el armadillo corre y sus patas nadan
sobre las flores que caen
que, a medio viento, caen sin caer
hasta el suelo.
Qué blancura el rastro,
las huellas,
el flirteo de la lluvia y la noche;
es una sierpe la sombra en la oscuridad,
es un olor a recién nacido el corazón,
es una roca preñada el armadillo,
un descalabro en el veneno que no supo,
que no pudo continuar.