lunes

Esta no es la última

Hoy es 24 de diciembre, lunes. Un lunes tenue y, en Comitán hace muchísimo frío, además, pareciera que a esta hora comenzara a caerse la noche; es hermoso; todo circunda a todo. El viento parece hierro quemándose en la atmósfera y a la piel le fisura con sus puntas finas el aroma que se dilata en ella.

Ahora estoy en el trabajo, y trabajo a oscuras, sólo una luz disimula su entrada por una ventana que me queda de frente, puedo oler en el bullicio el silencio de aquellos que como a mí, esta fecha representa una pura y maravillosa melancolía, (y quisiera escribir algo más, pero es demasiado lo que intentaría decir, todo huele a esa provincia del corazón que intenta trasladarse hacia lugares que el alma sospecha conocer).

... y bien, dejo por el resto de los días que le sucederán a este año, dos minicuentos de dos grandes escritores, que en alguna ocasión, diciéndolo Borges en alguno de sus libros, se toparon con la literatura.

CUENTO DE HORROR

La mujer que amé se ha convertido en un fantasma: Yo soy el lugar de sus apariciones.

Juan José Arreola

LE REGRET D'HÉRACLITE

Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.
Jorge Luis Borges


jueves

Eva es Cerveza

No era una mujer linda, ni siquiera simpática,
pero había en sus ojos una suerte de faro distante y angustiado.
Xavier Velasco

He sido por varios años un avaro que no sabe pronuncia ésta palabra sin ponerle acento, además, creé, por medio de labia una cantidad enorme de frases que hicieron parecer a quien me pedía un favor, que lo que le decía le beneficiaría más de lo que el tipo(a) solicitaba. No le temo ha ser proletario que trabaje doce horas al día con un sueldo mísero que no sirve, o mejor aún, que no puede utilizarse en las labores donde me desempeño: son vicios comunes y corrientes, eso sí, con beneficios inmensos; eso, si se considera el porcentaje de hombres que se compran un casimir inglés, un par de zapatos carísimo y una corbata que combine con la camisa y a su vez con dichos objetos que nos protegen del suelo y que al final del gasto horroroso no haya servido para nada, ni para ligarse a una meserilla de los bares en donde la prole más baja asiste con frecuencia.

Así que, por naturaleza ávarica, compro cosas, más bien, ropa de segunda mano (y me he puesto a pensar en la segunda mano cada vez que me registro en algún motel, que con engaños parece de Firts class) con la cual me visto y me veo, sino estupendo, lo aparento de forma espectacular, aunque realmente sea un inconforme.

Total, aquella ocasión decidido ha valorar el uso de la servidumbre y lo costoso que es aguantar a un ebrio, que de paso romántiquea con una canción ranchera que suena en la rocola, visité un lugar de ésos donde los obreros van: se llamaba Tino Rey. Por obviedad se sabe que acudí vestido modestamente y conduje el Bocho Rojito llamado Trineo, para no llamar la atención, pero creo que me equivoqué llevando el Rolex que me regaló Susana (no hay por qué hablar de ella); esto lo digo porque varias veces la mesera preguntó por la hora y la plebe de borrachos veía ondularse su minifalda al caminar y sus nalgas y mi Rolex. A decir verdad dudo que se hayan enterado del reloj y yo menos de la hora, pero como buen caballero que soy, le inventaba horas inexactas, claro, es maña. La situación estaba así, o era más inteligente que toda esa bola de nopales, o me bajaban a la nena, pues no, ¿verdad? Y por algún gesto suyo, digo, de Paty, porque así se llama, supuse que era yo el indicado para sacarla de ese antro apestoso y espantoso.

Dos o varias veces la llamé para servirme, sí, sí, todos estábamos embobados, yo más cuando ella tomaba el vaso vacío y volvía a llenarlo de cerveza, se inclinaba lo suficiente para verle el contorno de sus senos, su piel mínibronceada, su cuello delgadito con bellos vellos mecos pequeños, o sea, curvos, sus hombros cortos, firmes, el declive de sus costillas hasta llegarle ha su vientre, asimismo dejarse ver el ombligo redondo que pendía de su abdomen robusto múltiples veces besado a pura mirada mía, y ésta (mi mirada) se dirigía más hacia su cadera danzarina que bailaba mientras servía y tarareaba la canción que sonaba en la rocola; pero menos inconfundibles son sus ojos que me vieron en el preciso instante en que pensaba conquistarla, esos ojos claros, melosos, divinos, que me sonrieron aplaudiéndome en el alma y que también la suya se enorgullecía habiéndose estacionado no sé por cuántos años en aquel lugar. La dueña de tal encanto habló para decirme si estaba bien con lo servido en el vaso, dije que sí con un acento pletórico de baba observando el ademán de su mano izquierda y la caricia dulce y ocurrente que le hizo al cuello de la botella con la otra mano, sí que me enchinó el sexo, supe que eso era amor a primera vista, fast love. Luego un tipejo le gritó y el cantinero le dijo a ella que me dejara de coquetear. Al ver al tipo gordo y de barba me quitó el encanto y el ensueño de la mujer.

Bebí, bebí y bebí por varias horas más, que me resultaban cosa de sacramento y a ella algo de nada. Mala suerte la mía de conocer a la mujer de mis sueños en una cantina, me dije, creyendo que en realidad estaba cuerdo, sin embargo, de beber tanto todos ustedes pensaran que era una p…, pero no, lo juro, sólo es difícil de nombrar su oficio. Bueno pues. Continué bebiendo hasta salir con mis típicas pendejadas: que si son una mierda todos, que si que poca madre del país, pero sin insultos al gobierno, ya que no me ofende que una bola de pendejos trabajen más que yo (¿?) Que si el encule, que si las fiestas, que si las mujeres… total, un asco, que para final de telenovela estrellita tuvo que salir a la defensa el amor de mi vida, interponiéndose entre un pelafustán y yo, por supuesto que soy valiente, en fin… no hubo necesidad de demostrarlo. De ratos me ponía a pensar en ella y luego luego le veía las nalgas, empero, la borrachera fue una hija de la chingada que para nada me dejaba verle bien los muslos y su lunarcito oscuro que se le perfilaba cuando le servía a la mesa de enfrente arqueando las piernas. En ese momento, no sé en cuál, pero en ese momento, me paré, tomé lo último de mi cerveza dejando el Rolex en la mesa y salí a la calle, ya no podía más, estaba enamorado. Al salir yo, la meserilla recogió el reloj, me vio por última vez, sonrió, me envió miles de besos, me dijo que cuidara a no sé quién, y arranqué el bocho. Lejos me revisé la camisa y ninguno de los besos enviados por ella se quedó en la camisa grabado como estampa de corazón. Después de conducir por algún tiempo, perdiéndome en calles y del sentido, regresé a la cantina, entré agitado y gritando, ella salió corriendo de la cocina y se estrechó entre mi tórax y mi boca, nos besamos, la acaricié, le dije cositas al oído y al tomarle sus nalgas con mis manos la gente aplaudió, ellos decían que uno tiene que cuidar lo suyo. La volví a besar y como buen padrote le dije: vámonos, putita mía.

:

[sic]

lunes

Minificción*


cuando un hombre se viene, la mujer se corre.









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*Clasificación (no sólo de Lauro Zavala) referente a éste tipo de textos.
foto Volker Lang

jueves

última parte

foto vitaly bakhvalov


Fátima se recostó dejando su cabeza en mi pecho después de hacer el amor, jugaba con mi vientre haciendo círculos con su dedo medio; estábamos desnudos, las sábanas apenas cubrían una pequeña parte de sus tobillos y los míos; yo fumaba mientras mi brazo derecho rodeaba su espalda, igual circulando entre su columna hasta llegar a sus nalgas. Cada vez que respiraba, Fátima levantaba la vista para ver que hacía y yo sin verla advertía cierto miedo en su mirada, a veces sólo me dirigía hacia ella para verle el declive que tiene su cadera, o su lunar colocado en el centro. También veía el techo o la ventana, me decía que me quería cuando exhalaba el humo de mi boca, yo también la quise, siempre en esos momentos la quería más, pero amaba esa serenidad con que tomaba mis monosílabos al responderle a una de sus preguntas.


-Me amas.


Antes de responderle observaba sus labios rojos, que anteriormente besé sin control hasta dejarlos secos.


-Sí. Mucho.


Reía y se estrechaba más hacia mi, haciéndome sentir el fino punto de sus pezones, un poco duros, un poco fríos y dilatadamente dolientes. Sentía a la vez como se inflaban cuando me hablaba. El abdomen de Fátima era firme y dilatado, con muchas caricias mías y de otros más; ambos suspirábamos largo rato cuando terminaba el cigarrillo. Esa vez ella junto sus rodillas hasta sus pechos dejándome ver su espalda pura y sensible, arañada por mis uñas, distinguí algunos rastros míos y otros más que no sé en qué tiempo sucedieron, rasguños clandestinos o militarizados por su pareja, no sabría descifrarlo.


Estando pegada a la cabecera, con el cabello cubriéndole el rostro y sus brazos asidos a sus rodillas comenzó a llorar, no supe por qué y temí de la injusticia que era verla desnuda, desnuda por dentro y yo completamente a la defensiva, era como estar viéndola desde lejos, en un lugar remoto debajo de un árbol al cual se le caen por intervalos de tiempo absurdo las hojas, en el fondo sabía que esas lágrimas no eran para mí, aun así me dolían y resultaba que me escondía más y más me alejaba de su ser, jamás comprendí lo que intentaba decirme con su llanto, todavía me resisto a creer que fue por saberse totalmente desvirtuada por el amor supuesto que me tenía, es posible que así fuese, es lógico de alguna manera.


Me levanté de la cama dirigiéndome hacia la cocina por un vaso de agua y ella se quedó allí, distinta a la mujer que había poseído minutos antes.


–Te he contando de mi pueblo, verdad –me dijo al regresar a la recamara.


Asentí para no fastidiar lo que probablemente haya sido la mayor confesión de su vida y el dolor ajeno que me provoca.


–Hace tiempo que descubrí que no puedo estar allá con los que quiero, me siento ajena, distinta, temerosa, como algo irrecuperable. He notado, con…


Escuchaba silenciosamente lo que decía, pero cada vez que hablaba su llanto se prolongaba por varios segundos haciéndole tartamudear limpiándose la nariz varias veces.


–Haz notado qué –dije, y mis palabras sonaron como eco en lo profundo de su cavilación despertándola bruscamente, me arrepentí pero ya nada podía hacer para sumergirla otra vez en su sueño torpemente interrumpido.


–He notado con desapego que me estoy yendo lejos de ti y de mí también, como si fuera una gran línea cubierta de placer y de memoria, como si llevara encima el pesado tumor de los entierros; fúnebre me he sentido, comprendes.


Realmente no comprendía nada, estaba tan absorto de ella y sólo figuraba en mí la imagen primera de cuando la hice regresar desde donde habitaba en su torrente de lágrimas.


–Claro, –dije.


La tomé de uno de sus brazos acercándome hacia ella, dejando en el buró el vaso de agua para tomarla por completo, la besé en la espalda y en el cabello, haciendo que aumentara su congoja y su melancólica postura, la sentí indefensa, niña absolutamente y no sabía cómo protegerla, simplemente la abrace infelizmente con la sospecha de que no sentiría nada pues yo no podía comprender hasta dónde llegaba su dolor, haciéndome sentir infeliz y ajeno. Turbado volví a besarle los labios que le temblaban impacientes, con su delgada figura de cristal por el agua salada de sus ojos, me pregunté en ese instante si realmente la amaba o ella a mí, sin respuesta comenzó y sin pensarlo a brotar de mi cuerpo un letargo de sueño que me hacía bostezar pero no para dormir sino para confundir lo que quizá era principio de soledad y hastío, un llanto temeroso que en su nido palpitaba convulsivamente.


Supimos, creo, que jamás volvería a ser lo mismo desde esa vez, no por no entendernos, sino porque en nuestro interior crecía el espanto que con su pureza poco a poco nos hacía menos transparente arrojándonos un día más a la oscuridad.


–Qué pasa Fátima.


En un desenfrenado consuelo pregunté sin prever que nada sucedía excepto el descontrol en ambos.
–Nada Xavier, no pasa nada. Llévame por favor a mi casa, estoy cansada.


Viéndola de frente y con un cumplido afán de besarla supuso mi afirmación levantándose bruscamente de la cama dejando a un lado mis brazos y mis besos y también, mi amor. Acostumbraba vestirse frente a mí para poder ver exactamente el ritmo de su cuerpo y su piel pálida aprovechando cada vez un movimiento para acercarse y tomarla por detrás. Fátima provocaba la mayoría de las veces que lo hiciera, tomando su ropa interior desde el suelo inclinándose hacia delante, formaba una curva esplendida, dejando al descubierto lo blanquecino de sus muslos y sus huesos frondosos de su columna. Movía su cadera con atento compás llamándome, invitándome a poseerla, yo me acercaba lentamente desde abajo tomaba sus senos y besaba poco a poco cada una de sus nalgas y a veces su sexo que para ese instante placenteramente recibía mi lengua con su calidez firme y templada agua. Su cadera se dilataba un poco y yo estaba dentro en segundos imprecisos, pero esa tarde fue distinto. Fátima recogió su ropa del piso llevándosela al baño para vestirse allá, sorprendido quise decirle algo aun sabiendo la respuesta a lo que probablemente hubiese sido mi pregunta, me quedé en silencio.


Como nunca me he vestido formalmente sólo me puse el pantalón y la playera, me recogí el cabello utilizando una dona y fui a la sala por un whisky esperando a que saliera del baño sin lágrimas y sin pena. Puse un disco de Milles Davis y me senté junto al estereo para poder escuchar pausadamente. Había un libro a lado mío y es que siempre dejo tirados mis objetos, algo que le ha disgustado mucho a Fátima desde que nos conocimos, y sin desear algo preciso comencé a leerlo detenidamente. El libro comenzaba con un epígrafe de Borges que decía, sólo una cosa no hay, el olvido. Releí partes que tenía marcadas con lápiz; eran cuentos, y en uno de ellos contaba la historia de un tren que nunca llegaba a su final y sólo se dirigía hacia un solo camino, éste jamás supo el autor cómo terminarlo. Le di varios sorbos a la copa de whisky y aumentaron mis celos, mi rabia y mi deplorable mal humor sintiéndome cada vez más perdido por lo que había acontecido. Casi terminaba de leer dicho cuento cuando salió del baño Fátima desnuda completamente, limpia de mí que sin querer hacía sentirme impío ante tanta belleza. No dijo nada, se cubrió parte de su cuerpo con una mis playeras que se encontraban tiradas en el sofá.


–Ya estoy lista, vámonos.


–Así, pueden vernos y sospecharían de nosotros.


–Y qué, no es lo que has deseado siempre, que se enteren que te amo.


–Sí, pero es absurdo, me rehúso a llevarte en tal estado.


Milles Davis tocaba Jazz Casual junto con John Coltrane y en mi corazón latía un ardor tonto y simplón que hubiese preferido matar inmediatamente. Fátima se acercó a mí dándome palmadas en el hombro izquierdo y un beso en la mejilla,


–Vámonos tonto, qué importa si me ven así.


Con saña la tomé del cabello y la besé, ella dejó acariciarse entre medio de sus piernas volviendo a humedecer mis dedos.
–Vámonos, se hace tarde –dije.


Bajamos las gradas del edificio con pena y vergüenza, pero parecía que eso sólo podía sentirlo yo, porque ella caminó los cinco pisos con pasividad y delicioso movimiento de cadera, realmente me sentí hostigado, sin saber qué hacer.


Bajamos hasta el estacionamiento y ella corrió hacia el auto, un modelo viejo de los antiguos Jeta, subiéndose a él sin esperarme, me enfadé pero era comprensible, estaba si no es por mi playera, completamente desnuda.
Encendí el motor y en pocos minutos estábamos viajando hacia su departamento, cruzamos varias avenidas y calles, ya que Fátima vivía a quince kilómetros del centro. Mientras conducía, Fátima veía a través de la ventana correr imágenes del camino que íbamos dejando como si ya no perteneciéramos al mismo lugar, yo sólo la observaba, creo que más a ella que a la carretera. En la salida de la última avenida, casi para llegar a su departamento, está un lago, es más un jardín enorme de una familia adinerada, Fátima observó cómo los pájaros que allí bebían agua saltaron estrepitosamente al escuchar el ruido del auto, pareciendo una parvada enorme de pequeñas estrellas color negro.


Aceleré para llegar pronto pues la noche se escondía tras la luz de las nubes y era preciso llegar antes que su madre, la cual inquietante siempre preguntaba acerca de nuestra relación, amando incluso, la pareja de Fátima. Faltando un kilómetro cuando menos, ella colocó un disco de Cocteau Twins adelantándole hasta la canción número siete, Essence, una de sus canciones favoritas. Sin sentir el movimiento mi mano derecha acariciaba ya su pierna izquierda, subiendo hasta su sexo que ella parecía no importarle y también sin mostrarme sensación alguna de gusto o arrepentimiento. Doblé hacia una calle empedrada, que indicaba el comienzo de su colonia y el final. Fátima acarició mi cuello.


–Me amas –preguntó–. –Yo te quiero o te quise, qué será mejor.


–No lo sé, me preguntas y no lo sé.


En verdad no sabía nada y seguía conduciendo obviamente despacio entre la calle llena de baches y topes inútilmente puestos.


–Espera –dijo–, –quiero hacerte el amor, aquí, ahora.


–Estás loca, nos van a ver.


–No quieres.


–Sí, pero…


–Pero nada, bésame.


Y antes de besarla recordé lo que sentía realmente por ella, y sin quererlo comencé a llorar dejándome caer entre sus pechos.


–Qué pasa Xavier.


–No pasa nada, sinceramente no pasa nada.


Fátima se subió encima de mis piernas sintiéndome dentro inmediatamente, nos besamos largamente y sin darnos cuenta ambos llorábamos con un silencio y un amor inconfundiblemente de separo. Sin terminar ella se retiró de mí preguntándome si había leído el cuento de Jorge, su novio, le dije que sí y asintió diciéndose como para sí, cuánto lo extraño. Entonces se bajó del auto y jamás nos volvimos a ver.

lunes

a destiempo


hubiese conocidote en otro bar, en alguna playa,

en la cantina de paco,

en los parques de mórelos,

en las lujuriosas avenidas centrales,

en la vaquera iglesia,

en otra clase, y digo, clase por aves,

pero ha de ser los tumbos y las ruedas

y la claraboya de mi cuarto

o la brujula que nos dio a destiempo el tiempo para vernos,

jugamos un poco, tarara tarará

dejando abierto el espacio que

de cuando en cuando nos extraña

reclamando lo que posiblemente

se fue
foto daniel bauer

domingo

puntos


si he venido para hablar de ti

necesito muchos puntos suspensivos





...
...

...
...
...
...





y ahora qué

habrá que inventar de nuevo los silencios


foto pascal renoux

sábado

cenicero


desde el fondo de tu falda se levanta un aliento de morena piel; entre tus piernas se apagan las brasas iluminando, apenas, la vellosidad de tu monte oscuro. yo doy bocanadas una y otra vez mientras el cigarro construido de puros nervios escupe las cenizas que han de inventar nombres en tu cenicero que esconde mis salivas.
foto pascal renoux

jueves

el roquer


a la salida del bar escuché un responso de una dama, viré la cabeza con la intención de ver de dónde provenía aquella voz delirante; ella estaba sentada en la fila primera de unas pequeñas sillas -por cierto, hubo un clásico de rock-. fumaba un cohiba y tomaba whisky, al verme giro el rostro a lado de su acompañante, un tipo fresco, muy fresco, el cual no respondió a la mirada; un pendejete sin nombre. lo importante sucedió al verme directamente, (juraría que la había visto antes), con su mano izquierda levantó la copa ofreciéndome un brindis, yo salía y ella esperaba de mi lo que jamás he dado, aun por antonomasia.


decidido a no responder y retirarme, acomodé mi cabello largo sobre mis hombros prendiendo un cigarro después. desilusionada, tal vez, calmó sus tragos, tomó su bolso y se dirigió hacia mi, la veía venir; más, esa falda corta que cubría unas piernas torneadas y por supuesto un respiro de dios entre las medias. a punto de salir alcanzó mi brazo diciéndome: -acompáñame, tengo varias marcas de whisky en casa. No dije nada, sólo le arrojé una bocanada de humo en el rostro cristalizando sus ojos medios azules, medios verdes u olivos. abrazada por mi salió del bar, había conseguido galán nuevo. el hombre de a lado vio cómo nos retirábamos, un paso zigzag, otro cantando, y el beso inesperado -dicen- se atravesó en la segunda grada. olí entonces su aroma a española, probé su lengua media cubana, y amasé sus nalgas italianas, mi musa -dije, mi musa completa, llena de cohiba y delirios desenfrenados. al contrario de lo que se piensa, el sexo fue varios años después, acudí, cuatro años exactamente después, al mismo bar, tocaban canciones de los Doors, pero ya no era lo de antes; al salir a la calle escuché igual un responso, esa vez, preferí colocar el cabello que se había caído en mis hombros en las bragas de una mujer esperando a su novio.


Foto pascal renoux

miércoles


no recuerdo si le gustó el té, o por referencia a mi olor poco descriptivo dijo gustarle; veía el centro del bar esperando algo a alguien o qué sé yo; observaba, eso es todo. algunas veces cruzó su mirada con la mía y se detuvo instintivamente a ver cómo mis labios pedían poco a poco un beso cálido; podía deletrearse entre comisuras, yo pretendía que lo imaginara, o lo intuyera, por eso reclinaba la cabeza mostrándole el cuello, jugando con la sonrisa, recitando poemas, o ya como último recurso dibujando círculos con mi lengua.

seguía viendo a todos los demás menos a mí, después disfruté ver cómo miraba frenéticamente a una pareja que bailaba, tenían buen ritmo y se movían con el disfrute de algo que inasible se cumple, inasible me eran sus labios, un beso. sus ojos se explayaban en quién sabe cuántas imágenes, o adónde se dirigían; era estar viendo el futuro desgarrador de un matrimonio casi enfermo; estuve a punto de retirarme y dejar que la felicidad se la llevara, quizá, el viento, el recuerdo, o el infierno; que inaprensible se ha vuelto -me dije-, pero qué bueno, esto de sentir amor es locura y enferma a cualquiera, pero es estúpido pensar así, al final acabaremos amargos, como sal amarga de mar enfermo.

de pronto sentí su mano entre mis piernas, inquietante se deslizaba de arriba hacia abajo; mis muslo izquierdo enfermaba de fiebre y sus ojos veían el estupendo rubor que me provocaban sus caricias; quería un beso, corto, silencioso; extenso, infinito, un beso, al final, un beso es punto de despedida; con qué intento podría arrebatarlo -pensé, en qué momento si ya temblaba y simplemente distraía mi vista con sus ademanes de cuello infatigable que volaba al ritmo de Debussy.
ven a bailar, es mejor así. sacudí un pronto y rápido suspiro y tomé su mano que me guiaba hacía la pista, me miraba, ya no a la pareja, sino a mí, y sonó Debussy para abrazarnos, ahora era yo quien veía a la pareja y en el tono en que bailaban. seguí entonces sus pasos y me abrace al cuerpo que me estrechaba entre sus pechos, un fulgor se apresó en mi; enfermé de gravedad. terminó el largo canto, que aún sonaba en mi cabeza, separándonos intempestivamente, me sedujo su contacto visual haciendo que me acercara lentamente, procuré no distraerme tanto tiempo y tomé su boca, mi lengua fútil se refugio en el cóncavo de la suya, surqué su espalda con mis manos, sentía airada mi alma brotando de ella múltiples latidos, algo se humedecía, pude sentirlo por lo cercano de nuestros cuerpos, sin embargo, el beso fue lo que en la descripción anterior, un largo exilio que se detuvo precisamente en el centro, donde veían dilatado nuestro instante que antes del té se había disfrazado de encanto.

martes

Anuncios


Estaba recordando aquella ocasión, en que, intentando leer libelo de varia cronología, el poemario de Balam Rodrigo, tú estabas recostada leyendo unas hojas de la verdad sospechosa, de un tal y Mendoza. yo leía un verso de cualquier poema, no sé qué leías, qué parte. tiempo después te recitaría aquello que dice:

Desde que te vi anido en ti (o algo así.)

pues yo viendo hacia la ventana, recordé el anuncio que estaba a la entrada de tu pueblo, Welcome Ocosingo -­el inglés es por necesidad, ya que bienvenido sería mucho decir-. también escuchaba las gotas de la lluvia al caer relucientes en tu ventana, (fumábamos juntos un cigarrillo, por supuesto a escondidas de tu madre). pero veía más tu pijama blanca, y lo transparente de ésta al verte caminar. tenías puesto un bikini de color negro. me encanta ése color en ti, luctuoso que te hace ver fúnebre, extraña, a veces más extraña que inmensa, un poco más ausente. terminé de leer el verso y acaricié tus pies cubiertos por unas extrañas calcetas de mil colores. reíste y de una bocanada pronunciaste mi nombre, observé el diámetro de tu cadera, el largo de tus piernas, lo flexible de tu vientre y tu cuello, pero no, decidí contemplar la imagen que se instalaba una vez más en mi memoria; y es que te veías tan dulce, tan mía, pero sobretodo inmensamente lejos de mi. dije lo del verso de la comedia y esperaba algo más de ti, sólo la luz de los rayos y el horror del trueno se escucharon a lo lejos, brillaba el cielo de las seis de la tarde. pedí el humo de tu cigarro en mi alma, fumé y detuve mi vista en la esquina de enfrente que estaba oscureciéndose como en toda la cuadra, tu seguías díscola con la comedia y yo entré al inmenso mundo de los anuncios publicitarios. en esa esquina, es decir, no tan en la esquina, una señora vende coca - cola, lo supuse por el letrero pequeño y sinuoso, también supe de ti cuando tus pies se alzaron para levantarte, o acomodarte, pero no respondí a nada, sólo miraba la lejana silueta de un pequeño anuncio color rojo, volteé a verte y recordé, otra vez, que mi corazón es rojo y por designio tuyo tiene un letrero en forma de círculo encerrando una vocal que dice:
"no estacionarse".

Cuéntame de Carolina


(CAROLINA EN el edificio vecino, al verme recurre al ritual de costumbre -fuera vestido-. Yo me acaloro contemplando su desnudez al ritmo de las campanillas del carro de helados y ella me llama. Desempolvo mi ropa y en menos de dos segundos estoy frente al timbre de su habitación. Entro. Casi sin proponérmelo comienzo a desvestirme, no al ritmo de las mismas campanillas: sino al de mi corazón embobado por mi sexo que crece. Carolina permanece tranquila en tanto que yo empiezo a husmear su cuerpo de cabo a rabo, maldiciendo el jueguito ese de, -aqueyolaencueroyellaaquenosedeja-, que si sí o que si siempre no. Ella se hace la turista y me habla de retórica...


Alberto Enriquez

domingo

Trópico de Cáncer




" La subo sobre mí y, mientras las cuerdas me resuenan en los oídos; la habitación está obscura y la alfombra pegajosa con el kümmel derramado por todas partes. De pronto, parece como si se acercara la autora: es como agua arremolinándose sobre el hielo y el hielo está azul con la bruma que se alza, glaciares hundidos en verde esmeralda, gamuza y antílope, meros dorados, morsas retozando y el ambarino lucio saltando sobre el círculo ártico… Elsa está sentada en mis rodillas. Sus ojos son como ombligos diminutos. Miro su enorme boca, tan húmeda y brillante, y la cubro con la mía.



(...)No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, pensaba que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. Ya no hay más libros que escribir, gracias a Dios. Entonces, ¿qué es esto? Esto no es un libro. Es un libelo, una calumnia. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo.



(...)Boris me acaba de hacer un resumen de sus ideas. Es un profeta del tiempo y dice que éste seguirá empeorando. Habrá más calamidades, más muerte, más desesperación. No se observa la más ligera indicación de un cambio... Debemos llevar el paso, cerrados en fila hacia la prisión de la muerte. Imposible escapar. El tiempo no cambiará.(...)



Hacía sólo unos días que se había agarrado a mí desesperadamente, y después algo ocurrió, algo que ni siquiera está claro para mí ahora, y por su propia voluntad subió al tren y me volvió a mirar con esa sonrisa triste y enigmática que me desconcierta, que es injusta, forzada, de la que desconfío con toda mi alma. Y ahora soy yo, parado a la sombra del viaducto, quien tiendo los brazos hacia ella desesperadamente y en mis labios aparece esa misma sonrisa inexplicable, esa máscara que he colocado sobre mi pena.



Puedo quedarme aquí parado y sonreír inexpresivamente, y por fervorosas que sean mis plegarias, por desesperado que sea mi anhelo, hay un océano enre nosotros; ella seguirá allí en la miseria, y yo caminaré aquí de una calle a otra, con lágrimas ardientes quemándome el rostro. "

Henry Miller

sábado

:

Sábado
en el trabajo (lo bueno es que tengo whisky)

miércoles

Día especial


Miércoles: miércoles 31 de octubre, día hermoso; ójala todo salga con bien este día. Aunque en corazón se exprime, algo más fuerte nos liberará.


Un abrazo a todos.


Los quiero mucho, a ti; Roxana, César, Isabel, Pablo, Brisa, Ana Lucia, Ana luisa, Lucia, Veronica, Selene, Christian, Adriana, José Manuel, Gustavo, Carlos Rubén, María Luisa, Blanca Estela, Sandra, Karla, Fredy, Eduardo, Mamá Isabel, Mamá Sara, Papá Rodolfo, Selica Lorena, Guadalupe, Lupita, Alejandra, Jessenia, Jesús Alejandro, Clara, Elena... Uff no acabaré, a todos, pero a todos los quiero mucho.


A ti Eugenia, muchos besos y grande y enorme abrazo.

Foto, Fuco Reyes.

martes

Costumbre


Martes. Por alguna razón no extraña, pero que no viene al "caso" comentar, me desagradan los días martes. Malo, cada semana está. Lo sé llevar (a veces). Bueno pues hoy es martes y día loco, o mejor aún día nublado, con preguntas y respuestas, y sin ganas de ir al cuarto, lo bueno es que ya tengo mi tarjeta poder joven, a ver si la utilizo esta vez, ja ja! Por lo demás, pues no tengo libros que comentar, y tengo trabajo que hacer. La revista necesita textos, los maestros trabajos finales, y yo tiempo... Mhmmm. Por ebrio me he quedado sin dinero, ¡Viva Eva! Porque Eva es Cerveza. En fin. Semana bonita, mañana es miércoles. Lindo.
Nota. La próxima semana me tatuo. Por fin... Uff.


miércoles

Extra

Miércoles, mañana y tarde y noche, solo, pero no solo, a lado un poco del cielo y el infierno, como un marino

cómo un marino navega mar adentro
en las aguas oscuras del ojo

Miércoles triste

qué bueno que se va ¡qué bueno!

sábado

De libros


Apéndice


La dialéctica de la soledad


: La mujer vive presa en la imagen que la sociedad masculina le impone; por lo tanto, sólo puede elegir rompiendo consigo misma. “El amor la ha trasformado, la ha hecho otra persona”, suelen decir de las enamoradas. Y es verdad: el amor hace otra a la mujer, pues si se atreve a amar, a elegir, si se atreve a ser ella misma, debe romper esa imagen con que el mundo encarcela su ser.


El laberinto de la soledad


Octavio Paz


Foto Pascal Renoux

miércoles

Eugenia

El dolor duele, ¿se dolerá a sí mismo?

¡Ayuda!

Estuve leyendo a Neruda [releyendo] y me encontré esta frase, que si no abarca todo el sentido de la palabra dolor, en mucho compara el estado en que me siento.

"Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana ..."

y otros versos de Pablito, del poema "Aquí te amo".

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

... y bueno, debería de haber más, pero qué importa, me siento cortado por dentro. Pero veamos si hay algo de Sabines u otros poetas...

¡Lo encontré!:

Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza.
Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Pero no, sigue siendo inexplicable el sentir del hombre. Es un sabor agrio, de hiel, de oscura tristeza, de noches y noches, que terrible soledad.

Recordemos pues, al poeta Julio Cortázar.

La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.

Fin.

Habrá de dolerme lo que tenga que doler.

viernes

Cotidianeidad

"Debería afectarnos algo que no sucedió en el momento que nos pudo haber afectado!"

Puta madre, pero qué puta madre

miércoles

19 de septiembre

Miercoles, este día me fue estresante.
También con muchas acotaciones, es deber instalar un sistema nuevo en mi pensamiento.
A encontrar el estado perfecto: nirvana.
Uff.
Puagg.

Nueva Sección

Aqui:

Por primera vez no encuentro una palabra en el diccionario memorico. Guardo silencio y así se queda.

Fumo y extraño.

Uff. Qué pena.

El silencio es otro gran sopor en la vida de un vago sin remedio. Me voy a viajar un largo rato...

Texto

Son la 1:12 am.

En la esquina de donde vivo está un letrero que dice, Teléfono de Servicio a Domicilio Sin Costo. Se trata de una farmacia. Pero no me refiero a ésta precisamente, sino a Sin Costo. Antes de comenzar a escribir supuse que escribiría un texto, tal vez un poema, pero no. Imágenes y sentimientos me abordan, y no creo tener la capacidad para algo poético. Sin embargo, La esquina de la farmacia me da un aire explotado de encuentros y desencuentros.

Está minada por circunstancias, o quizá fechas insospechadas... haya doña Lupe conoció a Jacinto, etc., o hace días que un par de novios se citan a las 6 de la tarde y se besan larga y tendidamente sobre el mar de gente que los transita. También hubo accidentes. La gata de Josefa saltó del quinto piso por tratar de comerse una paloma (y es que aquí abundan), soñó o pensó en su animal cerebro que podía volar, y ¡zaz! al piso sin amor y sin entierro animalésco.

Algunos vieron a la gata caerse, maullaba hasta el fin de sus latidos. A los animales no se les entierra, o no del modo que lo hacen los humanos. Pero decía Sin costo. Qué extraño es ver gente que no pasa por la esquina donde vivo, anuncia soledad, o tristeza, o no noche callada, o silencio, o... En mí la respira un aire de vientos lejanos, estoy, quizá, Triste, quizá no lo sepa, es sólo cuestión de esquinas. Debería haber una palabra que nombrara la distancia y que no fuera tan larga y tan grande como ésa. Pensé en Ausencia, pero es un disfraz perfecto para el duermevela, no podría ser dolor, ni angustia, ni pena, ni soledad; aunque no es lo mismo decir estoy solo a solo estoy...
Desisto, no hay palabra.

Te amo Eugenia

Buenas noches, cariño.

*Tu cuerpo de manzana está
tejido con nombre de ciruela
y moras de dulce envinadas

te sorbo, amanezco, respiro y me embriago... qué loco.

(Di ¿Por qué)

Di por qué dime abuelita,
Di ¿por qué eres viejita?
Di ¿por qué sobre las camas
ya no te gusta brincar?


Di ¿por qué, usas los lentes?
Di ¿por qué, no tienes dientes?
Di ¿por qué, son tus cabellos
como la espuma del mar?


Micifuz, siempre está
junto al calor, igual que tú.


Di por qué, frente al ropero
donde hay, tantos retratos,
di ¿por qué, lloras a ratos?
Dime abuelita, ¿por qué?


Di por qué
frente al ropero, donde hay
tantos retratos, di ¿por qué
lloras a ratos? Dime abuelita
¿por qué?


Son las 2:10 am

Cotidianeidad

Pisteando
O sea tomando harta chela... qué rico
Horroscópo:
Capricornio
Sigues con muchas posibilidades de mejorar en el terreno profesional, y si nunca has trabajado, encontrarás tu primer puesto. Por otra parte, tu salud mental y física ha mejorado, y hoy lo notarás especialmente.
Recuerdan que le dije pisteando; qué poca madre de los horóscopos. Me cae.

viernes

Cotidianeidad

Feliz, así estoy.
Qué viva la vida, me cae.
Horrorscópo
Capricornio.
Cada vez se te hace más difícil realizar tu trabajo. Además, el ambiente laboral no será el más adecuado para sentirse a gusto, por eso podrías decidir buscar otro empleo. Por lo menos el resto de tu vida irá bien.
Vaya... a de ser por la revista y el periódico donde laboro. Nee, no creo que ha eso se le llame trabajo.
Aun así, que feliz soy.

domingo

Cotidianeidad





Anuncia César; canciones alegres las de Crí Crí. Nefasto.


Habre el ropero abuelita, larala larala lararalara.


Comencé a leer un librito (ash, no sé el nombre de la mujer, pero sí sé que es de comitán, bla bla bla). Lo único que puedo decir es que palabras como recuerdos, palmo a palmo, soledad, silencio, cuerpo, y otras que no recuerdo (valga la expresión), están por todos lados. Además de que el título del poema está incluido en él mismo. Se llama, por ejemplo, Soledad; y dice; Soledad de amarras... ó algo así.


Bueno, la verdad no he terminado de leerlo, pero nefasto. No me gustó aunque para matarlo lo leeré y releeré... ya el buen Borges (No Borgues, como dijo el Fox), decía que no tenía la capacidad que el libro necesitaba para ser comprendido, por eso no le gustó, es decir; él no fue buen lector.


En fin... El libro se llama Nocturnos para despertar desvelos.


Horóscopo: Capricornio


Las obligaciones absorberán casi todo tu tiempo hoy; tienes que poner tus cosas en orden y tendrás poco tiempo para las diversiones. En el terreno familiar puede que surjan problemas. Por lo demás, tus asuntos personales irán bien.

sábado

Cotidianeidad

Estar solo. Qué vergüenza. Hoy es un día "normal", ya trascendió lo que tenía que trascender, ahora faltan los pendientes, o el hastío de pensar en que uno está valiendo madres en la escuela, cómo jode pensar.

Algunas otras "cosas" (se me ocurre cosas por no ordenar situaciones) no puedo o no debo escribir.

Leí dos libritos en el transcurso de esta semana ( Ta madre, es muy poco, ¿no? Pero qué importa, me cagan los literatos). Bueno, decía. Uno de ellos es Únicamente míos (creerán que no recuerdo el nombre de los autores). Poemitas eróticos, pasivos, distantes, según irónicos, pero la neta, no tiene mucho de ironía. La autora (porque sí recuerdo que es mujer) repite esta palabra en cada oportunidad; Él. Su poesía (que dice ser erótica) es menos parecida a la de rebolledo, y más a la Sabines. Creo. Cito una frase del poema No es lo mismo. "... no es lo mismo Sabines que Octavio..." Obvio, se refiere al master Paz, sin embargo tampoco Octavio Paz me gusta como poeta, sin ofender a los que sí les interesa. Me gusta más como ensayista. Pero bueno; la autora de Únicamente míos ganó el premio Jaime Sabines 2000.

El otro libro, (que tampoco recuerdo al autor) -resulta que puedo ser mediocre, valgo madres-; Son Microturbonovelas. Uno de los textos se promueve junto al título, ya escrito. Se llama, Novios en la barra, y bueno, es relativamente bueno. Habla de un matrimonio "moderno". La primera imagen que tengo de la mujer es la de una teibolera. Así la vistió el autor, o quizá, una prostituta. No sé. No todo lo escrito allí es bueno. De las 120, o más páginas, rescato 20 escritos. Me encantó el de Dios. Resulta que un hombre ve la televisión junto a su hijo, en ella pasan una encuesta, se trata de preguntarle a Dios. Al terminar de verla, el padre le dice al hijo -Tú que le hubieras preguntado. El niño responde; -por qué él es Dios y yo no. Lindo, verdad. Bueno pues ya terminé de escribir.

Ruedan tus rizos lóbregos y gruesospor tus cándidos formas como un río,y esparzo en su raudal crespo y sombríolas rosas encendidas de mis besos.

En tanto que despejo los espesosanillos, siento el roce leve y fríode tu mano, y un largo calosfríome recorre y penetra hasta los huesos.

Tus pupilas caóticas y hurañasdestellan cuando escuchan el suspiroque sale desgarrando mis entrañas,

y mientras yo agonizo, tú, sedienta,finges un negro y pertinaz vampiroque de mi ardiente sangre se sustenta.

Efrén Rebolledo- El vampiro


Ah!! Mi horóscopo.

Capricornio

Te abrirás a los demás hoy, así que tendrás la oportunidad de conocer a gente interesante. También podrá ser un buen día para el amor. Si tienes pareja, estarán muy compenetrados(as); se comunicarán bien y pasarán un día agradable.

Yujú!!


jueves

Texto

En la barra de un bar parlante, una mujer rubia, delgada y de ojos claros, trabajaba día y noche. Sirvió mil ochocientos setenta y cinco whiskys en toda su carrera. Amanecía y se iba, o la esperaba en la puerta un hombre alto, moreno, de ojos esmeralda. Todos deseamos a la "Rubia", odiamos al "Moreno"; como a de ser. Tres mil quinientas cincuenta y cinco veces hicieron el amor. También vendía cigarrillos y besos. Cuatro años después, la mujer se suicido. No era un lujo ser la "Rubia", y el morenazo lo sabía, por eso nos jodió.

domingo

Azul

Son las 12:55 am; qué hago aquí.

Han caído las primeras lágrimas del día, estoy seguro que el día estará nublado; y un sentimiento de libertad me tomará preso todos los días, después.

sábado

Texto [Bitácora]

Pascal Renoux

Este es un canto

nombre a nombre

un ojo destella voces cuando mira

canta

cae el llanto y se devora la tierra

cae el silencio desde su pedestal más alto

unos labios lo esperan

se dicen callan

y se van

....

[Bitácora: Aquí podría escribir un blues y tardar todo el tiempo, quién me espera afuera. Mi blues sería para renombrar los muebles. La cama llevaría por nombre ausencia, aunque diste mucho de haber conocido mujer alguna; convalece, está a punto de morir. Le pondría mesas, que no se llamaría así, sino sexo; asqueado de vino me arrojaría a ella para morderla por dentro. Habrían copas tristes, airadas y dolorosas para cada estación del año, tendría su tiempo específico; también morirían por desaire. Una colcha, que por necesidad la nombraría pena, decapitaría el recuerdo; me condenaría a la hoguera colocándome un foco, que por antonomasia llamaríase memoria, en cada ojo. Terminaría ciego.

(...)

En cada palma de mi mano hallaría una fina novela (de blues también) con tu nombre, la reescribiría; aquí sí llevaría cama como cama. Al dormir despejaría estas palabras, o impondría otras que digan es extraño: extrañaría tu boca y mordería la mía con el ansia de perderla, cantaría otro blues para no morir. Al cuarto le hace falta algo. Una hora, o un destiempo. Se infarta al nombrarlo. Lo dejaré como tal: "cuarto", pero le pondré manecillas para ver cuanto tardo en olvidar. Cuando olvide recitaría azul, y ya despejado de todo llanto (que eso intenté decir) tomaría tu cuerpo y cantaría, lara lara. Estoy vivo.]

jueves

Texto

Fotografía de Pascal Renoux

Déjame que te robe un beso como roba la tarde en el silencio diez minutos al reloj


[...]


Deja la llave y un te quiero en el jardín que a media tarde no respondo bien por mi y nunca encuentro a donde ir


Alejandro Filio
*
Eugenia

Tu pezón es la extención de esta palabra: boca.




miércoles

Texto

Fotografía de Pascal Renoux

Y por el amor perfecto y sin ira llegaremos a la pasión pura y perversa

Apollinarie Guillaume





*
En tu boca sueno

tu cuerpo aguarda un mar

donde mi eco canta








Texto: y, extracotidianeidad

Cristina levantó sus prendas tiradas en el piso y se vistió para irse a trabajar, yo me levanté de la cama tiempo después, desayuné y salí a la calle. Afuera hacía calor, muchas personas tropezándose con el tráfico absurdo de autos, éstos son seres de metal incoherentes, sin destino.Me dirigí a la tienda de libros donde trabajo, está en la esquina de Insurgentes y Guerrero con su olor a viejo incienso. Llegué dos horas tarde, procuro ser puntual, pero esta vez Cristina tuvo la culpa de mi retraso. Hacer el amor con ella no siempre es hacer el amor, lo nuestro es un diptongo en una frase corta. Al abrir la tienda recordé las veces que deseó una luna de miel en Venecia, yo le he dicho que es aburrida, fría y sin sentido; en realidad no puedo verla casada con su amante.La tienda estaba en total desorden, dos días antes llevaron libros para renovar la lista, yo me encargo de colocarlos en los estantes, venderlos, leerlos y si es posible comprarlos. Este mes ha sido escasa la venta, ya nadie quiere leer clásicos; hace dos semanas vendí el de Inmaculada o los placeres de la inocencia de Juan García Ponce. Una mujer morena, alta y de cadera amplia lo compró; se llama Julieta.Tengo dos amigos que siempre llegan a verme y a platicar mientras fumo o estoy leyendo. Manuel y Lucia hablan de lo mismo siempre. Lucia dice que Borges es el mejor escritor hispanoamericano por su magia. Manuel no la desmiente, él prefiere a Cortázar.
Éste tipo, mi amigo, sabe de literatura lo que yo sé de deportes, nada. Fue Lucia quien lo integró al mundo literario, fui yo el tutor de Lucia. Muchas veces iba a la casa de su madre y llevaba libros de poesía o narrativa, leíamos fragmentos de algún poema, o frases; después la acariciaba y hacíamos el amor. Su piel con las sábanas y cubierta por la mía a veces era tierra húmeda y árbol seco. Su virginidad fue punto de lectura sobre el sofá, la mesa, el suelo y todo lugar concreto para sostenerla.Manuel se fue antes de lo acostumbrado dejando a Lucia conmigo, fumamos un poco y se fue. Tomé un libro y comencé a leerlo, la verdad no, sólo pensaba en Cristina y Lucia. La primera jamás visita la tienda y las buenas noches son relativas, como fue mi relación con la segunda. Lucia esperaba un te quiero, o te amo antes y al final de dormir juntos. Hacer el amor no era cuestión de tiempo sino de espera, tal vez me amó.Terminé de leer la primera página de El sueño de los héroes y Lucia apareció en el filo solar de la puerta, su cadera es similar a la de Cristina, no así su ritmo.Por impulso y sensación de ansiedad corrí a sus brazos, no ha sido secreto que aún nos besamos y que Manuel lo sepa.
Su cabello se posó sobre sus hombros, sus labios en los míos, su lengua se agitaba dentro de mi boca, y su cuerpo se constreñía haciéndome sentir cada vez más solo. El beso fue largo y sentí que la quise. Hicimos el amor, otra vez. Este hacer el amor con Lucia es lobuno, el tiro de gracia siempre se esconde tras un gemido, un ulular de vellos, el tiritar de nuestros cuerpos, o el desorden candente en que se envuelven dos toneles de piel y un recurrente vino coleóptero.Después, qué hubo después, supongo la misma larga espera de un decir incapaz en mí, que extraña vez he nombrado; quizá con Christina sea distinto: en forma y sentido. Yo recurro a Ella por amor, nostalgia, tristeza y a veces, por hechizo.
He multiplicado las noches con Lucia y Christina, en ambas el resultado es Soledad. Cerré la librería como si nada, luego se produjo en mí unas ansias bárbaras de estar aislado, sin embargo, de qué o quienes. Llegué al departamento, allí no me esperaba nadie. Tomé un poco de vino, puse un disco de acetato de Albert King, y en el sofá continué una divagación horrible entre el sereno mirar de las personas que se van y se tienen y continúan un camino igual de extraño que el primero; esto parece un sofismo, pero no, me refiero a Christina, a su corta cabellera y su centro y mi universo; su sexo, la afronta de más hombres y un destino cualquiera. Jamás noto en qué momento Ella destina un cebón de besos a mi verga, pero en ese instante me corro de labio a labio, suyos, y su boca suena igual a la mía, ésta en el cenizo ser de su entre pierna, su blancura crepuscular y lo deforme de su anatomía.Esperé a que llegara, pasó media noche y seguí bebiendo, pensé en Lucia y el color nítido de su ombligo, en mis besos dados a deshoras y en la nostalgia que ha de darle cuando se entera que yo soy incapaz de sostenerla; aquí, en estos brazos no creo, no puedo o no me atrevo. Lucia es diáspora, Christina Heliotropo. No llegaba y no llegó, al menos no, en el tiempo sospechado. Cuando uno se encierra en sí mismo abunda en circunstancias dichas y tal vez elaboradas. Ella y su novio besándose, Ella amándolo, no sé. Dista mucho mi realidad a lo concreto o especulado.Al final de la tercer botella de vino estaba derrotado, iracundo, huidizo; Albert king ya no era blues, sino tarde y madrugada. Sonó entonces el teléfono, una voz femenina, orgullosa, deplorable se anidaba dentro de la bocina. Nunca discuto a menos que sea necesario; fue necesario.
Discutí; dos horas más tarde apareció Christina. Con los ojos llorosos se arrojó a mis brazos, no supe que hacer y mecánicamente dirigí los míos hacia su cintura, abrázame, dijo.Qué podía sentir, ¿amor?, claro que no, sentía odio, necesitado de poseerla, pero un ebrio es distinto al deseo primigenio. La abracé fuertemente por la supuesta lógica de sexo y sexo, Christina sintió el roce del mío. Lloró más aún. Un gajo de viento era mi cuerpo junto al de Ella. Me recordó a Lucia y la besé. Entro a la sala, le di un vaso lleno de vino, de un sorbo lo bebió. Los reproches no esperaron ocasión, gritó muchas veces, ¿de qué se jactó? No lo sé. Dijo amarme, increíblemente no lo creí, ¿qué esperaba entonces?Nada, tal vez. Esa noche encerré palabras y dije muchas más libremente. Lloramos, cierto, jamás con el mismo ímpetu. Cambié de disco entre insulto de mujer herida y recuerdos que también insultaban. A Lucia le ha gustado siempre John Coltrane, puse un disco de él. Arrojándome al sofá y con la intención de besar a Christina dejé caer un poco de licor sobre su blusa. La tomé del rostro y sus labios fueron de nuevo míos. Esta es la ocasión para relatar lo sucedido después, pero, para qué. Saben ustedes cuándo un hombre se cansa y vuelve. Christina lloró por nada, es simple, no la amo.

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Además; hoy fui a una serenata; el amor es grande, en mí: el pecho quizá se me hunde, a ti sabes, te amo.

Horóscopo:

Sabes que todo tiene que llegar con esfuerzo y dedicación, aun cuando muchos nativos tienen serios problemas para entender esto en la primera parte de vida. De mentalidad madura, te sientes mucho más seguro y mejor en todos los sentidos en la vejez.

lunes

Cotidianeidad




Hoy fue la mayor parte del día, bello, hermoso; lindo. Se ha convertido en un día gris.


El horóscopo es mismo que el anterior; puagg.


La foto es de Pascacio.

domingo

Extracotidianeidad



Jatnaely dijo: "Es que el es muy terrenal".

Ella se refirió a mí.


Aquí entra otra visión, quisiera escribir acerca de ésta, pero es aún inestable. Desde hoy comienzo a leer mi horóscopo.
Capricornio:
No confías en la suerte. Tus logros son fruto del trabajo duro y de una fuerte determinación. Consideras el dinero una necesidad y puedes ser despiadado en tus tratos financieros. Sueles conseguir la seguridad ya en la madurez.
Por suerte ya tengo 22 años. Demonios!!

Extracotidianeidad

Jatnaely dijo: "Es que el es muy terrenal".



Ella se refirió a mí.

viernes

Cotidianeidad

Quise ser mecánico industrial, de niño, ahora se supone soy literato y apesto.
Tengo unos libros pendientes, hoy terminé de leer "Donde habita el cangrejo" de Eduardo Langagne. Hace años que se publicó el libro, de hecho, lo compré un tianguis, me costó como $3.50 pesos. Tiene una dedicatoria para Lupita, no sé quién sea, pero tiene nombre, está firmado por el autor.
Lo leeré otra vez.

Hoy es viernes y fin de semana y de clases, mañana toca lavar la ropa, salir a tomar café, o mi favorito Té Negro. Hace un momento escribí "algo". Me nació la ternura de padre que llevo dentro, y no tan escondida. También está pendiente un texto, que espero terminar mañana sábado. Y pasando a otra cosa, sigo cagándome de la risa con este video:
http://www.youtube.com/watch?v=Dv6ARTtJXZI. Para todos aquellos metalerazos, desde el Gay metal con Him, hasta el gogoroth. En fin.

Pensaba escribir más pero ya están a punto de cerrar el cyber, (maldita sea, no tengo lap).

sábado

Texto

Una familia feliz
1 de agosto

Mi nombre es Jesús y vivo con Magdalena: Todos los días antes de ir al trabajo acostumbramos hacer el amor. Hoy por ejemplo ella se subió a la recámara tan pronto le dije que había salido de la ducha. Tomó la puerta con enjundia y arremetió contra mi pobre y humilde cuerpo. Es una bestia para eso del sexo oral... en dos o tres minutos ya estoy tiritando de frío.
Mis piernas se entumen y todo mi cuerpo se dispersa en partículas de sudor y sed. Acomodé sus nalgas en mi vientre mientras mis manos le acariciaban los senos, su cuello palpitaba cuando recorría de lado a lado sus pezones. Son unos muros de barro, le dije. También pensé que son más como unos bronquios revelándose ante el mar, con vida propia.
Toda ella es un eco en lontananza. Finalmente tuve que bañarme otra vez y Magdalena a las labores cotidianas. Después encontré un papel que decía: Te amo. Tenía asuntos pendientes antes de llegar al trabajo, uno de ellos, análisis de sangre. Siempre he odiado a los enfermeros.

4 de agosto

El día primero con los análisis y el trabajo quedé exhausto, al llegar a casa, Magdalena estaba esperándome, tenía rostro de desesperada (a mí nunca me ha importado) y, obvio, me puteo como quiso. Yo cansado y ella fregando la madre, no hay derecho, no lo hay. Su predica fue el tiempo (porque también en la noche antes de cenar, nos aventamos uno: le llamamos el recibidor). Apurado por todo, apresuré el ritmo y coloqué laureles y rosas en el comedor, a ella siempre le han gustado, se desvistió y nada más sintió el primer empujón, comenzó el cataclismo.
De los tres días anteriores ya no gemía igual, sus piernas no apretaban como siempre, de hecho su labor de labios en mis brazos parecían de imitación, eso sí, había algo más importante, se movía con un temblor exuberante, en dos o tres metidas me vine y ella se calmó. Ahora que lo recuerdo, siento que soy una bazofia, pero el amor es lo que cuenta, ¿no? Cenamos pavo y bebimos whisky.

6 de agosto

Algo me preocupa después de la cena del martes, Magdalena se fue a la cama sin decir nada. La verdad supuse que fue mi precocidad, soy un tipo de poca imaginación pero de muchos actos…

10 de agosto

Decidimos salir de paseo para calmar el ambiente. Magdalena ha estado rara, ya no me besa y muy de vez en cuando se acerca y me pone las nalgas en la cara, ¿qué será?, esta cabeza que tengo sobre los hombros no me sirve, pienso más con la otra y he tenido ansias tremendas de ejercerla, pero ella no quiere... está embarazada, creo. El paseo fue un asco. El auto se estancó y la comida se hecho a perder, toda una travesía de infortunios. Lo importante no es este caso sino el otro. Al llegar al parque, cansados, bajamos el mantel y la canasta en donde estaban los alimentos preparados. Magdalena no deseaba tanto salir de casa, en realidad yo tampoco, pero algo se tiene que hacer cuando vez que las situaciones en el hogar no va del todo bien. Nos fuimos a buscar el lugar adecuado: lo hallamos a la sombra de un árbol.
Para eso ya llevábamos más de medio día chingado. Tomamos soda y fumamos un poco mientras estábamos recostados. Recuerdo que le acaricié la entre pierna y le decía palabras bonitas al oído; mi amor, te quiero, te adoro, eres todo para mí. Si abría las piernas no me importaba decirle, Te amo. No somos el matrimonio perfecto, pero sí el más honesto hasta ahora. Cuando todo estaba viento en popa, un tipo con tono de enfermero nos jodió el momento (por eso los odios más), se acercó a pedirnos lumbre, cómo es posible, deberían asesinar a los enfermeros.
Total, le dimos cerillos, Magdalena quedó viéndolo, de seguro le gustó o se conocían, qué sé yo. Al rato nos dimos cuenta que la comida ya no servía. El enfermerillo se percató y nos invitó a comer con ellos, no quería pero Magdalena aceptó por los dos. Andaba con una mujer muy linda, se llama María y sí, es una madre de vieja. Como le traía roña desde hace tiempo me lo chingué. Comimos y después salimos a dar una vuelta por el parque. Diez minutos más tarde tomé a María por la espalda y me la llevé al monte, la señorita no era tan señorita, bien que faja y coge, sólo se le tiene que dar flores para que dé las nalgas. José, que es el nombre del enfermero, nos vio muy preocupado al reunirnos otra vez, a mí en especial me veía con ojos de diablo, Magdalena sólo se reía y su boca estaba desajustada, no me importó.

14 de agosto

María consiguió el número de la casa y no para de llamar, José llama a Magdalena y yo no llamo a nadie.

20 de agosto

Magdalena sufrió un accidente y necesitan practicarle unos estudios, para eso ha decidió ir con José, se ha vuelto su amigo íntimo y a mí ya me está encambronando. La acompañé y todo salió de maravilla, entró sola para que le sacaran sangre y hasta parecía que le andaban sacando madres porque gritaba con dolor tremendo (ya sé que están pensando, yo también lo pensé) pero no. Pobrecita, asentí. Los sentimientos en casa no han estado del todo bien, ella sigue triste y yo preñado de preguntas, algo tiene, ¿será que ya no me ama?, no lo sé.

30 de agosto

El miércoles veintiocho fue su cumpleaños, le regalé unos discos de los Doors y unos más de Janis Joplin, además, una cena romántica. Traté de estar a la altura: whisky, pasta italiana y de postre manzanas con crema. Debió de agradecérmelo, pero no, Magdalena sólo atendía mis labios y me decía te amo. María habló esa noche y fue ella quien respondió, quizá eso haya sido el problema.
José también la llamó y no dije nada, si a esas vamos, todo tiene que ser equitativo o ¿no? Su cuerpo con el vestido negro parecía tornado campo que en mis verdes manos debía arrugarse, su boca tintineaba notas de clamor y desesperación, era un vestíbulo de dolores, tristemente alegre me besó en la mejilla y se retiró al dormitorio. Yo quedé pensando y no dije más que...

10 de septiembre

José y María se casaron, nos invitaron a la boda: aceptamos. La fiesta apestó, muchos enfermeros y los odio, no saben nada, mejor aún, no sabemos nada. Regresamos a las doce de la noche, Magdalena tenía un semblante distinto y yo, quería coger.
No se pudo, por más intentos que hicimos sólo nos besarnos y dijimos buenas noches, amor. Antes de apagar las luces, ella quiso decir algo más y no se atrevió, mis celos estaban a flor de piel y las apagué.

15 de septiembre

María llama al trabajo, de las quince llamadas le he respondido una. Contó que todo estaba bien con José, parece un carpintero abriendo hoyos, mencionó. La verdad envidié al pendejo de José, yo he pasado casi un mes sin hacer nada, a Magdalena se le apagó el motor, sufre y no dice por qué. María me propuso coger otra vez y acepté, nada nos espera, así que no me incomoda tener otras nalgas fuera de casa, mi mujer ya no me ama finalmente.

20 de septiembre

Magdalena quiere el divorcio y yo sexo: soy un asco.

25 de septiembre

Se ha tratado todo el asunto y en menos de dos semanas más estaremos divorciados, aún no sé por qué, pero así será.

29 de septiembre

Estoy enajenado, no sé en qué fallé, es un calvario esto de estar y no ser con Magdalena, me he caído más de tres veces y no he podido levantarme, tengo sueño, hambre, odio, dolor, todo...
A Magdalena la han llamado de su trabajo y parece que la van a despedir, eso sí me importa: la amo.

5 de octubre

Estoy llevando una relación con María, salimos, cogemos y se acabó, José sabe de lo nuestro pero se hace pendejo, en realidad todos los enfermeros nos hacemos pendejos, será por eso que nos divorciamos.

9 de octubre

Ayer fue la última firma para el divorcio, ya no hay sexo ni amor ni nada, me siento inútil, no sé si es sano pero he llamado a María para que venga a casa, ella no coge como Magdalena, es tosca y fría pero apacigua mis ansias, ¿ya dije que amo a Magdalena?

12 de octubre

Se fue y me dejó un recado: te amo Jesús. Tuya… Magdalena la apedreada.

15 de Noviembre

Ya sé en qué fallé y por eso odio más a los enfermeros, me odio tanto que no tengo tiempo para pensar en matarme, por eso, me he refugiado en el culo de María, que resulta como mi madre.

25 de diciembre

Terminé con María y ahora estoy con otra. María y Magdalena son amigas, ya no importa. José y yo somos como padre e hijo.

jueves

Texto


El anuncio



Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

Óscar Wilde



Decidí suicidarme esta mañana y sigo pensando cómo hacerlo. Hace dos días pensé lo mismo y me detuvo el cansancio, no siempre llego de buen humor a casa y no siempre pienso, probablemente. A veces creo más en la historia del ahogado que en aquella en donde el protagonista se vuela la tapa de los sesos, le temo a las armas y sería un desastre manchar de sangre el tapiz traído desde Escocia.


Sigo pensando cómo demonios matarme, es una cuestión patológica, me amo pero también me detesto, esta situación está causándole estragos a mi estómago, prefiero morir de un disparo que de gastritis. Envenenarme, es posible, sólo que el seguro cuestionaría todo el acto y eso es preocupante, no hay que dejar rastro alguno, peor aún, estrujarían mi santo hogar para verificar si hay o no ausencia del veneno. Eso no es agradable, a nadie le agrada que revuelvan muebles y libros y ropa y todo, sería molesto que después de muerto una angustia fatigara mi descanso. Ya he dicho que la sangre es otro punto, no al cuchillo a la navaja y menos a una pistola, hay otras opciones y en esas estoy meditando. De algún modo le tengo afinidad a la horca, pero esos besos que fueron de Gabriela y ahora míos en el cuello, se despertarán del largo silencio que los opaca y jamás conciliarán el sueño; esto me lleva a los tipos que mueren de insomnio, es bastante creíble, de hecho en una noche así surgió la idea. No quiero que me ganen los años, la edad, los remordimientos.


Le he pedido a Dios que me mande un rayo pero no escucha, tampoco creo que exista, son las ganas de subir al cielo nada más por puro importe. La marihuana es rica, pero ya dejé ese vicio hace mucho tiempo. La marihuana descartada… la cocaína, posiblemente. Hace dos horas que escribí lo anterior y detuve el paso porque no hallaba otra forma, ahora tampoco, de repente pensé en la idea de los precipicios.


He visto cómo la gente se arroja de los edificios sin pena ni gloria, son unos tipazos esos hombres que por amor se matan, se colocan al filo del abismo y ¡zaz!, el madrazo a todo lo que da, es poético el asunto y yo quiero que mi muerte sea más que poesía. Si amara lo haría, por ahora no. Sería bueno tomar el desamor como pretexto, uno busca una salida por todo aquello que lo atormenta, por lo regular son temas banales. No importaría si alguien viene y decide lo que yo no he podido decidir, pero no un asalto, eso ya pasó de moda, ahora, lo nuevo es la heroína ¿y si no resulta? Mejor será enamorarme, por amor se hacen las barbaridades más filantrópicas y extenuantes que en definitiva llevan al hombre a la ruina absoluta, voy a buscarme una mujer de cadera amplia y cabello rubio, a Gabriela la amé pero no era rubia y tampoco tenía formidable cadera, fue algo así como el amor de mi vida.


Tengo la impresión de que algún día tomaré la salida menos adecuada, soy un asco, lo sé. Pondré un anuncio en el periódico que diga: “se solicita mujer rubia y asesina”, mientras tanto, exclamaré el nombre amado mil veces en soledad que no hace sino cuajarme el alma y aniquilarla si acaso por partes y en extrema sutileza... mi vida.



martes

Cotidianeidad

¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra?
¡No para siempre aquí, un momento en la tierra!

Quetzalcoatl

El sábado pasado visité la ciudad de San Cristóbal –pero esto no es lo trascendente. Antes del viaje, por la mañana, estuve platicando con Eduardo. Él está enamorado. Un día antes salió de paseo con su novia. La tarde era hermosa, callada; llovía; estaban solos y en su soledad se amaron: fueron felices. Pero, el sentimiento de amor que se demostraron y lo radiante de la tarde (para los dos) fue provocado, en mucho, por la gracia de un suicida.
Aquí cabría la frase de Octavio Paz que dice más o menos así: “todo corresponde a lo mismo”. Esta ley de correspondencia atañe a todo lo que nos rodea –como los contrarios. Bueno y malo; belleza y fealdad; todo y nada; vida y muerte.
Para continuar quiero contarles algo más. Rumbo a San Cristóbal, otros pasajeros, el conductor y yo, topamos con el cuerpo de una mujer a mitad de la carretera. Había policías de la Sectorial, otras personas viendo el acontecimiento, coches en fila. Por suerte, el conductor del camión donde viajaba no se detuvo y continuó su camino. Algunos de mis acompañantes, por morbo, quizá, se levantaron de sus asientos para observar. Yo por desgracia viajé a lado de la ventanilla.
Las personas dentro del transporte comenzaron a lanzar lastimas, palabras que solo le corresponde al dolor ajeno. El señor que viajó a mi lado preguntó “¿Está muerta?”, yo asentí a la primera vez, él repitió la pregunta, pero ahora con un disculpe, “¿señor, está muerta?”.
Minutos previos leía a Agustín Bartra. Cuando mis ojos vieron el desastre, precisamente estaba leyendo esta frase que no es de Bartra, sino de Whitman, dice así: Yo era el hombre, y estaba allí, y sufría…
Entonces volteé y respondí: No lo sé. Aquel hombre se quedó callado y observando a su hija que tenía en brazos. Yo observé el libro, lo cerré y quedé viendo las montañas, pequeñas todas ellas, y el puente que divide el cielo y la tierra. Me sentí más vulnerable que todas las veces que he visto hombres o mujeres morir, me sentí bestia del destino, concebí en mi interior que tan humano soy.
(Ahora que escribo esto en mi cuarto, ya solo, con el libro de Agustín en la cama, otros libros en la mesa, y demasiados recuerdos, me hago más pequeño y digo; estoy vivo, y la grandeza de la vida me inunda).
Ayer domingo discutí lo sucedido con una compañera en un café, ella tomó capuchino, yo Té negro con hielos. Decía que estamos acostumbrados a ver morir a los demás que ya no sabemos si la sensibilidad pende del hilo de la muerte o del corazón. Qué asco me doy por lo que vi.
Para quien todavía está vivo le afecta de manera directa, dice. Pero yo no lo creo así, ustedes, lectores, desmiéntanme. Y que sea con diálogo claro, sin dogmas. Por qué creo esto, porque duele la soledad que deja la persona, no nos duele el ser en sí –más, sí a ésta se le quiere.
Quien muere no supo si murió puesto que ya no es, así quien es todavía tiene la capacidad de representar algo, la vida, por ejemplo, más no la muerte, a excepto de que sea para un museo, más de esos museos carreteros, donde las personas que pasan juzgan el cuerpo y lloran por lastima, habría que darle a ellos una recompensa, gracias por su dolor ajeno.
Dice Octavio Paz que no morimos nuestra muerte, eso mismo dice Agustín Bartra, y yo creo firmemente en eso, no por ellos, sino por mi. Uno deja de ser en el momento de morir, jamás se vuelve a ser conciente, de hecho, para el vivo que observa, no está conciente del todo de lo que ha visto, esa muerte que no existe, la diosa invisible, la Coatlicue de todos.
Bartra dice, “Cuando se nace algo se muere, cuando se muere algo nace”, es cierto, y no temo porque pueda ser refutado lo que creo. Al nacer se deja el vientre, la primer casa, ya a muerto entonces el primer síntoma de vida, o como dijo Platón, se ha dejado la etapa astral, o como Paz, al nacer ya somos solos. Al morir se nace, puede ser el eterno retorno, volvemos a lo que alguna vez fuimos y siempre seremos, quizá.
Agustín Bartra dice, también; “quien tiene corazón, alma y sentimientos es más grande que su destino”. Sea así, ustedes como yo dependemos de un hilo siniestro, de un mar sinuoso –mortuorio. Somos parte de la sal de ese mar: el universo.
Y como esto de la muerte es un tema que ya es cansado tratarlo, lo dejo hasta aquí, en esta palabra aquí que quiere decir ahora, que dice, estoy vivo.