martes

Desnudo

Te veo salir de ti misma y abres la compuerta al misterio. Recoges el fuego de tu cabello tendido al aire y las chispas caen como lluvia sobre esta isla que se quema. Luego escucho el graznar de los muebles cuando el desnudo se perpetúa. Vienes y vas y me despojas de las horas, siendo reloj de arena, con tu marea de espuma encaminada a la palestra de la calle.

El mal poeta

Ya no sé cómo se escribe un poema,
bebo el tono del día
y la danza no brota.

Alguien se escuda detrás de la palabra,
el desnudo
del más cercano de todos los antihéroes,
y simplemente cae
donde los hongos emigraron,

Y a morir me llaman los pilares
que construyen el albatros,
los que dicen del pétalo la hoja
y la sangre,
y se nombran así mismos hijos
alegres.

Pero sé muy bien
en no dictar la sombra de lo que
podría ser carne,
en dejar pasar el escancio
de los ríos y la junta de peces
a nado contra sí mismos.

En dejar que la brasa dorada
de los días comulgue,
siempre a destiempo,
estas auras sombreadas
con que el plus del pétalo
abre las compuertas del desorden
y todos los mares vuelven a mi sangre.

... la última carta


Juraría –si pudiera jurar otra vez– que no importa; quiero decir que no importa lo que suceda entre nosotros. Ahora creo que no tengo derecho a persuadir el tiempo para dejar en claro que no me permito, ni siquiera un segundo, intentar construir lo no construido. Desde el hotel, maleta en mano traspaso el corazón a otra isla.