viernes
jueves
miércoles
martes
Recuerdo que lo llevaba dentro de la mochila aquel día veinticuatro de Julio. Noté que su tristeza frotaba su carbón con la misma suave y dulce calma del viento elevando las cortinas de las casa viejas. No dije nada. Recuerdo incluso el poema escrito una noche anterior, el veintitrés, cuando lapicera mamapolla dijo amar a otro lápiz dizque por el número. Don Lápiz era punto fino, pero de familia literata; el otro era punto fino número dos de familia dedicada a la arquitectura: Dios mío, a la arquitectura. Despreciar a Don Lápiz es cometer pecado y mortal. Total, el poema se escribió el veintitrés, los versos melosos con melosa métrica de melosísima verborrea, ¡Oh dadora de orden, tú... en qué orbe tu corazón se tuesta, adónde mi corazón llevará su fuego! Y cosas más o menos así. Estaba pues Don Lápiz en la mochila, todo triste, ojeroso y dramático. Se me ocurrió darle ánimos al transcribir poemas de Hörderlin, o de Lezama, o de José Ángel Leyva pero no, su tristeza era tan grande, que bien pudo haber llenado una página en blanco, sin embargo, no dijo nada. Preferí callar y verle triste. Pasaron las horas en clase y él sin salir de la mochila, ora llorando, ora escribiendo poesía melosa, ora pensando. Brandon Martín me invitó para ir por unas chelas, no quería, me obligó. Acepté. Si Don Lápiz está triste hay que animarlo, bebimos exageradamente y escuchamos Lorenzo de Monteclaro exageradamente, Don Lápiz me hizo recordar el poema de La niña de Guatemala, que se murió de amor. Iba pensando también en Sofía cuando revisé la mochila, Oh cielos, Don Lápiz desapareció. Queda el consuelo del fiel carbón que de vacíos vació mi soledad. Dios lo tenga en santa gloria.
viernes
jueves
La danza del vientre es una danza que combina elementos tradicionales de Oriente Medio junto con otros del Norte de África. En árabe se la conoce como raqs sharqi رقص شرقي ("danza de oriente") o en ocasiones raqs baladi رقص بلدي (danza "nacional" o "folk"). El raks baladi es una danza muy elemental, prácticamente sin desplazamientos y con movimientos principalmente de cadera. A la evolución de esta danza se la llama danza del vientre o raks sharki en Egipto. El término "belly dance" (en español 'danza del vientre') es según algunos una mala transcripción o transliteración del vocablo que designa el estilo de danza beledi o baladi y suele atribuirse a Sol Bloom, director de espectáculos en la Feria Universal de Chicago de 1893. El raks sharki incluye movimientos del folclore egipcio, danza clásica y contemporánea, con grandes desplazamientos, vueltas y movimientos de todas las partes del cuerpo, pero sobre todo de la cadera. En Turquía, a la danza del vientre se la conoce como gobek dans o rakasse (ritmo turco).
martes
Descripciones. A lado mío está la calle algo "amoratada". Llovió hace dos o tres días, la corriente dejó basura. Un grupo de hormigas carga migas de Sabrita. Una solitaria no sabe a dónde ir y se tropieza cada rato contra un mueble de metal colocado frente a la puerta de la casa. El árbol que está detrás del mueble da sombra a la hormiga. Alguien lee sin voz el sueño de los guantes negros, lo sé porque observa la calle y está nostálgico. Precisamente recuerdo ese poema y la casa verde claro de Rosario. Hace dos pisos que no la veo. Frente a la casa aún existe la tienda de Clotilde, a unos pasos el mini super de Mario y en la esquina una lámpara que a veces se enciende y otras dista mucho de acariciar con su luz la oscuridad. Hace tres años que allí precisamente retuve a Rosario.
>> Qué haces.
>> Intento besarte, ¿no ves?
>> Está mi madre en la casa y desde la venta nos puede ver.
>> No importa, deja que te bese.
>> No, además llovió y está fría la pared.
La tomé por la cadera y la atraje hacia mí, luego la blusa de Rosario se manchaba con el cemento del poste y su boca y su lengua se agitaban al par de la mía. Toda ella recorría mi lengua.
>> ¡Ya, Fabián! Nos van a ver.
>> Y qué importa.
Tómese en cuenta que mis manos se posaban en su cadera. Podía oler el perfume Le petit reposado en su cuello. Era de aroma tibio, invitaba al beso y así, cuando estaba desnuda todo su cuerpo olía a Le petit, después yo y todo lo demás.
>> Ya, Fabián, entiende. ¡Por favor!
Su madre nos veía desde la venta del segundo piso. Ella sabía que ya nos acostábamos, en complicidad todo tenía armonía. Dejé que se retirara y fuimos a la cocina a desayunar. Era temprano y las nubes habían dejado sobre las calles un olor húmedo.
Varias veces fui a desayunar con Rosario y su madre. Siempre me ha parecido que la casa donde viven es melancólica, la vista desde las ventanas es terriblemente triste. Una colocada al norte de la cocina da a la calle, la calle es una colina y del otro lado se encuentra un terreno baldío. Al poniente la avenida y la tienda, el poste, etcétera. Arriba, la ventana que está en el cuarto de Rosario tiene una vista de la ciudad y los cerros. En la azotea se ve la catedral, pero siempre el viento que sopla hace detener la vista y agachar la mirada. La Señora cocinó para nosotros unos huevos rancheros con una salsa bastante picosa, terminé bebiéndome la mitad de agua que había en la jarra y Rosario rió como loca. También su madre. Se habló de la escuela, el trabajo: comenté que seguiría con el trabajo del periódico y posiblemente me iría a Cd Victoria. El viaje nunca se realizó. Al verla comer sentí un gozo y una tristeza, varias veces comenté con Rosario nuestra vida, juntos. La Señora decía que todo se normalizaría, se refirió al tema de los pagos atrasados al banco. Hubo un momento en que desaparecí de la conversación y ellas dos comenzaron a hablar de forma normal, percibí el carácter de ambas y la casualidad con que, divertidas o no, dirigían cada una su vida. Ella divertida y la otra amargada. La plática continuó cuando La Señora pregunto:
>> ¡Oye, Fabián, ¿es verdad que te quedarás a dormir esta noche en casa?! Lo digo para preparar el cuarto.
>> Si usted lo permite, ya hablé con Rosario.
En realidad fue ella la de la idea, yo sólo acaté como en todo, la ordenes.
>> Está bien, pero mi hija se quedará a dormir conmigo. Risas.
Lo demás de la plática a la hora del desayuno es trivial. Después salimos a dar vueltas en el coche de Rosario. Llegamos tarde, cuando su madre servía la comida. Asintió con la mirada, de hecho estoy seguro que sus ojos me juzgaron y claro, estaba en su derecho. Comimos. Vuelta a la calle y nada interesante, excepto una parte del trayecto. Íbamos pasando la cuadra que va de la catedral a los portales cuando ella viró a la izquierda, no dijo nada. La observé, el semáforo lo permitía. El cambio de luces fue la duración hacia donde Rosario veía. Estoy seguro: lloró. Comprendí que no debía tocar el tema e inferí que fuéramos a comprar unos cigarros. Aparcó el coche y compré dos cigarros y unas cervezas. Ella no bebió. Regresamos a la casa muy noche. La Señora dormía. Le dije a Rosario que realizaría unas notas para el trabajo y enseguida iría al cuarto a descansar. Bajó a la cocina y subió con dos Cafés en la mano. Entró al cuarto de su madre, se vistió con pijama y salió posándose en el sofá que estaba a lado de la computadora, pude ver su bikini de color negro. Con las cervezas que había tomado me puse un poco mareado y no sabía qué escribía. Terminé la nota. Me vio a los ojos. Al verla supe que debía irme de su casa. Ella y su madre hablaron de mí, no sé qué, jamás confesó Rosario. Antes de irme la besé. La complicidad de su madre había terminado. Acaricié su espalda y su cuello, pronto su boca y su lengua rozaban mi verga. No digas nada, decía. Únicamente la silla crujía. Sé que la Señora nos escuchó. No sé qué tipo de complicidad fue desanudada y atada a la vez. Rosario se sintió húmeda y llena del liquido tibio que brotaba de mi verga. Le dije que eso que había hecho se parecía mucho a la novela de Juan García Ponce, Inmaculada o los placeres de la inocencia. Risas. Después sentenció algo ininteligible. Risas, mías por supuesto. Me acompañó hasta la puerta de entrada, la abrí y al salir a la calle recalqué lo melancólica que me parecía su casa. Ella intentó reír. Tomé un taxi. Ya abordo pensé en el llanto de Rosario. Más tarde comprendí. La nota que escribía para el periódico trataba la actancia de dos personajes en un cuento.
lunes
Besos, querida.
sábado
Regresé de Tuxtla
Pst Pst, Joven: cuál es su maleta.
Una que dice Fila –dije orgulloso.
Y que me la avienta (¡la maleta!) el jueputa maletero. Demonios. Como sea, la tarde nublada y lloviendo. Luego quise fumar. Di la vuelta para entrar por la sala donde se compran los boletos. San Cristóbal – Comitán: 17:35. ¡No, no me conviene! Esperé, pensé, medité; como dos minutos, nada más.
La tarde tenía forma de serpiente, piel donde se calzaba el calor humano de los viajeros. Me pasé de OCC a Transportes corazón... $35.00 pesos. Llegué a Comitán. Llovió con granizo. No tengo la menor intención de ir a casa de mis padres; el hambre puede hacerme cambiar de opinión. Estoy desde hace dos horas en el ciber del David. Escuché Star Crossed Lover´s, y ahora escucho B. B. King. Blues boys tunes. (No sé por qué el tipo es tan feo).
Ahora ya estoy comprometido con una lectura en Huehuetan: leer poema, cuento, o lo que sea dice César, además de hablar de la importancia que tiene la literatura en Chiapas. Jé, el más indicado. Por lo pronto creo que eso es todo; sigo así, ni tan tan ni muy muy, lo normal. Intenté escribir un poemuco, já. No salió más que esto: Qué madres hago aquí. Seguiré platicando con Brisa, y quizá escuche a B.B. King otra vez, aunque sé que es feísimo. Nop. Opté por el no memos feo y muy estupidamente sangrón: (dos puntos): Satriani. Creo que quería escuchar David Sanborns y puse en el youtube: The dream. Luego: Dream; y salió Satriani. Antes pensé en David Bowie. (Vine al ciber del David, quería escuchar David, y no escuche David, Dios santo). Regresé a Satriani. Y pensar que me cae mal Satriani, pero es que Dream es muy bonita música. Sí. Muy bonita. Es definitivo: no sé que quiero. Y me dicen las mujeres, el pipiripauuu...
martes
en la cafetería de María
María es un nombre
Su cuerpo una brújula
Las calles y avenidas están cerradas
No hay viento
el ritmo de la ciudad es sensual
porque calla
Son las seis de la tarde
y María llena mis ojos de Café
Piel y Movimiento
Su lenguaje sólo se traduce
al sentir el líquido caliente
en mis labios como marea
de luz que angosta
la lengua y la hace polvo
Lo sabe
Como cartógrafo sólo sé
trazar líneas paralelas
nuestras miradas
jamás se cruzan
son otros los que se ven en ellas
La imagino espuma de mar
La taza de café es un mar
sirena que canta bebiéndola
de la oreja
Ahora que la veo
Elsa regresó de Veracruz
pienso en la noche el viaje
mi noche
La madrugada despertó
húmeda
como muslo que se abre a la hierba
y al rocío
María y la tarde suenan a vitrola
escucho atento
soy el disco que gira y gira
y la lluvia de café danza
en mi garganta
como la arruinada voz del cigarro
hecha ceniza
Suave como arteria mi lengua
te levanta
Imán de la madera al clavo
Gota de lluvia todo tu cuerpo
roca espuma
manglar y trafago de arena
Escafandra que cubre el ancla
anclo mis vértebras
Suaves y enhiestas que te levantan
lunes
la caída en cascada de poca luz
el tránsito de la niebla desterrada
de sí misma
como hija del agua y el fuego
y no puede ser más fluido el correr
a prisa de los minutos
y los cuerpos acariciando el paso
antiguo sobre la acera
Las huellas que a tientas se persiguen
unas a las otras
y otras que se pierden porque
no miran su paso efímero
Nada puede ser más sustancial
que el temblor ejercido en los huesos
cuando el sueño se acalambra
y los ojos se cierran en otros ojos
y ven en el reflejo de la pupila
el cráneo aplastado
con todas sus Ideas y pensamientos
esa forma es la grave
la más representativa del llanto