De Frida a Jimena. Creo estar enamorado de Jimena. Su nombre es como la metáfora del hombro desnudo. La vi cuando dormitaba en el sofá de la casa. Es bella: su cuerpo tiene la piel morena clara. Cabello castaño. Egoísta, deseo a Jimena. Algunas ocasiones me figuro el rostro de Jimena, mientras penetro a Frida. La he vuelto a ver, Frida sospecha. El jueves salimos a beber café y fumar. Jimena es callada, su voz se escucha si pongo los ojos sobre su cuerpo. No es necesario que hable. Me ha dicho que le atrae los géneros de música underground, yo reí al escucharla decir eso. La besé, su boca es delicada. Labios gruesos, lengua tibia. Le dije que toda ella cantaba. Le expliqué, por ejemplo: tus ojos suenan a Dream de Sanborns y huelen a Durazno. Intenté explicarle la metáfora del hombro, tuve que confesar haberla visto y deseado desde la primera vez que la vi. Confieso ahora que no sé y no sabré de qué manera expresar la mirada sobre su hombro. Sólo sé que estaba desnudo. El encaje de su blusa se sostenía en el aire y de la nada. Su cabello acariciaba la piel del hombro, el castaño y el moreno claro. Su delgada y hermosa figura. El hueso de su clavícula. Si continuo con esto, Frida terminará por odiarme. Después del café caminamos un poco, hablamos de los mismos temas en la cafetería referidos, Jimena fumó otros cigarros, y no dijo nada, fui yo quien se pasó hablando y hablando todo el camino. La quiero. Me gusta la metáfora, dijo. Cruzó su brazo izquierdo al derecho mío y caminamos un poco más, en silencio.
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