Jamás –hasta ayer– me di cuenta de que no sé qué calcetín es derecho y cuál izquierdo. Frida en la cama, debajo de la sábana su cuerpo desnudo dormido aún. Repito: no sé de derecho o izquierdo para eso de los calcetines. Estaba vistiéndome cuando llegó la pregunta –después de 18 años de vestirme solo– cuál es el izquierdo. Y es que tengo la patología de primero la “manga” izquierda del pantalón, la manga izquierda de la playera, el oído izquierdo de mi cabeza, etcétera. Es así. Soy de la izquierda. Frida no despertó aun con mis movimientos sobre la cama. Me senté, pensé y no llegué a conclusión alguna. ¿Cuán difícil podrá ser acertarle un sólo día al calcetín derecho? ¿Por qué la izquierda y no la derecha? La segunda pregunta es fácil de responder. Tengo una disfunción motora –al menos es así como se comprende– en el “coco”. Escribo con la derecha. Tomo el cubierto con la derecha. Me masturbo con la derecha pero, –cuando era portero de la selección de secundaria y cuando pateaba el balón de futbol americano– soy izquierdo: o surdo, como le dicen. Ha Frida –después de explicarle lo que ahora escribo– le comenté un día: oye, yo soy de coyol surdo. Risas. No es para filosofar. Es que todos los calcetines son homogéneos.
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