martes

Recuerdo cuando te bañabas de soledad
en tu cuarto oscuro y arruinado,
bajaba la sombra de tus secretos
y pretendías ver el alba en las llamas
vivas
de no sé qué tantos olvidos

Guardabas tu voz porque sabias del destierro

Te llovía sal del techo
sin saber en qué momento se desprendería
el mar –algo en ti espeso
Yo te escuchaba prendido en la lumbre
de otros incendios
Jugaba a oírte bajo mi piel
y arrullaba tus silencios
como semillas desnudas de tu alma

Volvía luego la distancia a recorrernos
acercándonos a nuestra propia ausencia
mientras que la vigilia prendida al mar
jugaba a revolcarnos
como olas sin peso y sin figura

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