Abriendo mi pecho al mar
a esta selva de mar
al tránsito del mar
mis brazos dejo caer
sobre la desnudez de esta ciudad
Ver el crimen incestuoso
de un diálogo interno
o de hablar en silencio
con mi pareja de a lado
o intercambiar la tibieza
de una mirada
es hallar la soledad en todos
los poros de esta ubre mansa
Hijos de la bestia que nos engulle
bailamos en la cálida penumbra
todos los días
Es este ahíto de estar vivos
la carga nocturna
y el transido demonio de vivir al aire
Y volver a la calma
es ya deshabitar la casa amarga de la savia
dejar de tocar el Jazz de la muerte
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