En la consumación del acto de morir
vuelve el hombre al mundo
a la lluvia del polvo
al cordón de la savia
a la palma amarga fría
inmensamente lejana de Dios
pero la bestia tiene que morir
guardarse bajo el sueño
contar latidos desde dentro
en el rincón feroz de la muerte
tiene que domar
a la sangre
y derramar su canto sobre la lluvia
de quienes exilian su cuerpo
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