sábado

Hace 3 años tuve un blog –no lo parí, quiero decir–: en aquel tiempo escribía “cosas”, como ahora. En específico, escribía sobre y para Morena. Hoy desperté no muy temprano y no muy tarde, prendí el televisor y directo como flash el canal donde pasaba una película de Tin Tan que se llama: Simbad el Mareado. No tiene mucho de particular –la película–, sólo el hecho de que la actriz que sale a cámara con Germán Valdez es morena y muy bella. Recordé entonces –porque la actriz y a quien escribía en aquél blog, de cuyo nombre no quiero acordarme, tienen el mismo tono de piel, y por tono quiero referirme al color y no sólo a eso, sino al ritmo, me explico; siempre he creído que todas las personas tienen un sonido, ritmo, tono, son o como ustedes quieran llamar, en mi caso he referido a los hombres el Blues y a las mujeres el Jazz [recuérdese que en el jazz hay mucho de blues pero en el blues no tiene nada de jazz]–. Con el recuerdo se acumularon las nostalgias, por eso decidí ordenar los archivos y escribir, más bien transcribir uno de aquellos textos que le dedicaba a Morena; pero antes anoto el “recuerdo fotográfico”. Los mismos tres años arriba citados. ¿Era abril o marzo? Marzo. A Ella le tocaba realizar el evento de administración junto a sus amigas. Por azares una de ellas sabía de bailes –sabe– Hawaianos, ¿o era Tahitianos? Escogieron el baile y se dieron a la tarea de ensayar; yo recuerdo muy bien que en casa de sus hermanas le pedía me bailara. El día del evento se equivocó dos veces, asunto en particular que no importó. He aquí el texto desfechado:

“Amanecí otra vez entre caguamas
y me querías decir
no te la ´caves,
pero calle tu boca
con mis sorbos
y así pasaron muchas…
¡Achingar!
Muchas copas.

La mujer de Lot nos sirvió para los limones. Suspiré por ti con una caguama en la mano, el cielo nocturno se nubló y comenzó la lluvia. ¡Tus ojos, mi vida, parecían la flor que me andaba pintando! Como te extrañé la noche de anoche.Tu boquita dulce y apretada la probé con un trago y me embriagué de ti como un borracho. El frío contempló tu ausencia y mis brazos se mordieron las ganas de tenerte. Como te extraño. Las violetas y los corchos rodaron por la acera y tu piel de monja cubrió las avenidas. Como me acuerdo de ti, querida. Con esta Sol en mis manos –ya no había para escoger–: así que recordarte entre Sol y Superior, no importa. Ni la corona me interesa tanto como tú. La luz de los faroles cayeron en silencio con un recuerdo, las cadenas de la muerte ataron al mendigo y las voces cortas se diluyeron sobre el pasto. Te mandé un mensaje con un eructo y casi terminé ahogado. Me hace tanto daño pensarte. Ya no soy como antes, ni la influencia de Palomas me conduce. Como te quiero. Te quiero entre las faldas de la liebre, con el amor prendido al sexo, te quiero aquí pecho tierra, fumándome un cigarro y tus nalgas ajustadas.”

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