Te quiero, me dices.
En el lugar donde se oculta
la voz y el cuerpo se eriza,
me dices te quiero.
Luego bajas, quieta, a moldear
el pecho con aguja de punto fino.
De barro la tela y en vuelta
la carne, la coses.
Sursamos aquí que se ha roto
el aire. Pero bajas como
baja la luna -a medias- curveando
las nubes.
Y te digo te quiero; preso
en litoral de nombres que casi
olvido.
Y te digo te quiero en el
rubor de las palabras
desnudas, que no pueden vestir
tus ojos.
1 comentario:
sursamos en alma con hilo cañamo y aguja capotera...
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