por los dioses y los adolescentes que pedirán estos días
para ellos.
Y se borrarán los nombres y las fechas
y nuestros desatinos
y quedará la luz, bróder, la luz
y no otra cosa.
Sigfredo Ariel
>>¡Ah qué bonita la hora del ventarrón, el trac de los huesos! Allá cuando veíamos desde la loma juntarse el polvo a remolinos y la gente corría para sus casas; nosotros reímos al ver cómo las hojas eran tragadas por la nada, así mismo cuando el agua entra al cántaro. La tierra se mecía y unos ojos muy grandes pestañeaban haciendo olas en el aire; nos envalentonábamos e íbamos rumbo al viento, tras las cañadas. La gente decía que M. y yo estábamos locos, pero el deseo de perdernos nos guiaba, y así, todos sucios, con el lodo entre los muslos nos perdíamos igual que el viento, tras las cañadas, que ya para esa hora, era un tierno y sensible arrullo de chicharras.
¡Ah como extraño el ruido de los huesos a esa hora del ventarrón, cuando el trac hojeaba los rincones oscuros del cuerpo, y era amplia, larga la llama de saudades para protegernos!
…strange noise as of bones
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