Era niño cuando frente a mí las piedras
se protegían de mis manos.
Yo las apuñalaba al arrojarlas fuera de su nido
y ellas giraban y giraban y caían en silencio.
Veía el polvo en mis manos y pensaba
en la sombra antes de erguirse y caminar,
y daba pasos hacia las piedras y
mi sombra se proyectaba,
jugaba a caminar sobre piedras;
una palma tomaba mi cuerpo para arrojarme
fuera de mi nido.
Mi cuerpo caía en silencio y mi polvo llovía como granizo.
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