lunes

VIII

Los nervios se me adhieren
al barro,

Oliverio Girondo

Y aquí descubro todo:
en la voz ungida al polvo.
En la hora y el título de mar
que estos días tienen, como si destilaran
fechas con los dientes de una sierra.
En la vereda del portón y la isla
crepuscular del picaporte, cada cual
consciente de no ser nada.
En la inocencia de la rama
y la premura del viento que de noche
descubre el labio de la hoja.
En la imagen transparente de las cartas y
su luz finísima de sombra que asecha.
En la vieja herencia de ser solemne
como el muro desdentado de la carne,
en ella más que en la tierra y la lengua.
Mas aquí qué ha de quedar
sino el grito. El grito y nada más.

1 comentario:

quherida dijo...

Buenos días para ti también.