viernes

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A Daniela
Esta historia tiene de real un poco de verdad. Es más, podría decir que es “moderna”, por lo menos de un tema actual.

Venus se llama nuestra protagonista y Josué nuestro galán. En una mañana a la cual le pondremos de fecha hoy, Venus despertó sosegada después de un largo sueño, en el que soñó a un pérfido robusto, hombre ceremonioso que intentaba cortejarla. La mano de éste frotó y frotó alguna parte del cuerpo de nuestra soñadora (ustedes pueden imaginar cuál). Tendrán una referencia más si les digo que Venus, ya despierta, pero aún con las sábanas encima y su cabello recogido por su mano izquierda, con la otra mano sintió una espesa mezcla tibia entre sus muslos.

Ella abrió los ojos por completo y quítose las sábanas, estaba algo asustada pero no parecía serle de peso tal preocupación. Supongan que Venus sin sueño y de día es una mujer indiferente, atractiva, seductora, maniática, complaciente, dulce; casi como cualquiera con la costumbre de amanecer desnuda. Vio el reloj colocado en la cabecera de su cama y se dijo que aún era temprano para levantarse, de hecho, por alguna de sus peculiaridades, Ella nunca tiene ganas de salirse de la cama, para Venus este objeto es un santuario, su santidad y su purgatorio, y quién sabe, la cama a veces juega el papel de su enamorado.

Hacía frío y daban las 8:28 de la madrugada (pregúntense si es floja o distraída). Se colocó una blusa de color claro, quizás azul celeste, que estaba a lado suyo y prendió el televisor. Los programas que pasan por televisión abierta son aburridos y no le agradan, excepto lo de abierta. Venus ha imaginado cómo una televisión y un televisor hacen el amor, (¿verdad que solo es ocurrente la protagonista). Y por supuesto Señor televisor tiene un falo enorme por lo de... Mhmm, ustedes saben. Venus sonríe al decir abierta y se toca uno de sus senos, comienza a explorarlo, juega con su punta café suponiendo que sus dedos son pequeños alpinistas que después se convertirán en buzos y hasta el final en confesores.

Recorre partes de su cuerpo que solo Ella sabe el placer que le provoca, ha tenido amantes pero ninguno de ellos capaz de complacerla, no es que sea exigente, sólo no la comprenden. Creemos que Josué es el único que ha tocado alguna de ellas, al menos ha descrito cómo lo haría.

Venus comienza así un buen día sin salir de la cama, antes de continuar Ella escribe algo para Josué, para despertarlo y Él lo leerá. Sigue nuestra dama un corto camino que va desde la especie de cereza fundida en sus pechos hacia un abrigo nocturno de su ombligo, murmura cada vez que sus dedos le precipitan un escalofrío. Cuando sucede, su vellos diminutos de apariencia morena, exaltan su belleza haciendo que su vientre se mueva como la crin hermosa de una hembra.

Sus dedos al aproximarse más y más al centro de su cuerpo hacen que su boca se reseque y su lengua prolongue una humedad por escasos segundos. Cada labio de Venus se tuesta después de un gemido. Bronceados sus labios los muerde hasta enrojecerlos de tanta furia, sus dientes tiritan blancos y finos al igual que sus piernas cuando por descuido y descontrol el dedo medio de su mano derecha se incita la metamorfosis decidiendo nadar antes del tiempo en el breve manantial de su entre pierna.

Ella piensa en Josué. Con lujo y asombroso detalle, Venus abre poco a poco su boca con la intención de castigar al insurrecto dedo que se ha metamorfoseado. Éste, que como habíamos dicho era alpinista, ahora convertido en buzo lleva en su testa un olor húmedo de sabor pretencioso; algo tembloroso es llevado delicadamente a la boca de Venus, sus labios ejercen un estado de vigilia que sólo le permite apretar el dedo mientras es introducido, a veces se cierran, a veces se abren y prueban la espuma del manantial haciendo que Venus cierre los ojos y se crispen al abrirlos.

Cuando el disidente es devorado por completo y de la espuma sólo una conjunción entre saliva le resta, Venus imagina situaciones tensas y excitantes que probablemente desea con ansias. (Pueden suponer, sólo es necesario imaginar la situación): El disidente entra y sale como de una cadera que parece engullirlo, para entonces la otra mano que no debemos juzgar como mala, acude con sigilo al llamado sirenico de un monte del mismo nombre que nuestra protagonista. Allí los vellos son como árboles frutales que en su punta esconden huellas de otros parecidos o similares a éstos.

Venus se hace espacio con algunos de sus dedos entre el manglar del monte para llegar a la cima de su tercer seno. Sus muslos parecen mareas que viene de lejos tensándose en algún punto de su cadera, su cadera es un puerto y sus glúteos olas que se inflan suspirando por el agua dulce amarga que los recorre.

Venus es una diosa, sus dedos se independizan como hijos suyos, hijos incestuosos, uno de ellos parece un pez que alcanzando la cima juega a saltar desde un trampolín que más bies es una Uva. Esta uva, o tercer pezón se endurece, se hincha y tiembla, es una roca balbuceante que se arrodilla ante el pez que se hunde forcejeando la cavidad de Venus. Ella es una hoja húmeda rodeada de perlas de rocío. Mira a su alrededor y exclama gemidos, los dedos de Venus se juntan y como gatos ronronean sobre la roca para desmoronarla. Ella siente una presión, algo como nieve emerge desde su cuerpo, otra especie de agua que surca sus otros labios calientan sus muslos y sus nalgas...

Josué despierta con el ruido cincelado de los rayos del sol entrando por la ventana. Son las 8:28 am, revisa el celular encontrando un texto, es reciente, se dice, lo lee y se levanta de la cama, corre he imagina que a Venus le gusta el desayuno puntualmente, la noche de ayer hicimos el amor, cree, luego regresa a la cama, suelta las sábanas al piso y escribe: ¡ay si pudiera tenerla! El mensaje es enviado y recibe contestación. (Imaginariamente) Josué y Venus de la mano bajan a desayunar.