sábado

Tu cuerpo canta –Preguntas.
Puedo oler tus ojos –te digo.

Abracé entonces tu mar y me hizé olvido.
A qué hora
en qué vuelo
volverá el aroma del rojo
a tus senos
En qué brazo
en qué callado
olor de castaños
tus ojos dejarán el latir
del viento
y

volviendo al eco
del doliente Orfeo
tu cuerpo tomará el
sabor huérfano
de las brasas.
Deja abrir el canto de tus ojos.
Quiero verte,
escuchar piel a piel
tu nado
y sudar sobre la gota de sal
mi cuerpo.

Tus ojos son mis ojos
y en ellos me veo
ola árida, lejana
hijo tuyo que en la sombra
habita.

Qué crueldad al cerrar tus párpados.

Escúchame,
este canto lleno de silencios
suena como el agua del mar
al rebotar sobre el tiempo de las rocas.