sábado

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Al final reconocí tu olor al volver la vista hacia atrás y descubrir tu espalda desnuda. Era tarde y la noche caía sobre ti como un lienzo que escocía a tus hombros. Hacía tiempo que no te veía y, como si quisiera no verte te vi cuando ya cruzabas el pórtico de la casa de Carlos. Él realizó una reunión de amistades. María, Valeria, Susana y tú fueron las únicas invitadas, mujeres. Ha Carlos le agradaba la idea de ser sólo dos hombres y ustedes juntas, siempre las ha amado y deseado. Llegué tarde, muy noche. Susana tenía sujeta la copa de vino en la mano izquierda, casi caída, cuando entré y al momento en que ella saludó todos saludaron uno a uno. Siéntate Manuelito, dijo Susana y me senté. Luego rodeó mi cuello con sus brazos y por menos de un minuto me besó sin que deseara besarla. Su olor era amargo, llena en la piel de vino. Carlos tomó la botella que se hallaba en el centro de la mesa, la que estaba en la sala y la llevó hasta el balcón para seguir bebiendo. Él ya estaba tomado, mucho, supongo. Era Valeria quien lo esperaba mientras tú tal vez dormías en el cuarto de arriba donde varias veces nos acostamos. Tomé la copa de vino que me sirvió Susana y lo bebí. María estaba contigo, durmiendo, tal vez. No la vi al entrar y no la vi sino después de que tu te ibas. Carlos y Valeria comenzaron a besarse mientras que Susi, la mujer más fina de todas ustedes, reía sin yo saber por qué. Pasó media hora y pensé en ti. Pensaba en por qué no habías llegado a la reunión. Pensé en María también, y como si ella, María, me dejara sin pensar en ti, dediqué los últimos sorbos de mi copa en recordar cuando me acosté con ella. Ambos éramos adolescentes.
Tú supiste de la relación hasta después de haber terminado nuestro noviazgo. Carlos subió con Valeria a la recamara de arriba y ya no supe más de ellos. Tuve que cuidar por dos horas a Susana que de tan ebria no podía estar de pie. Quiso quitarse el vestido negro que llevaba puesto. Quieres ver mi cuerpo, Manuelito, decía. Intentó poner un disco en el estereo sin lograrlo, consolándose diciendo que al fin la música no importaba si era su cuerpo el que debía escucharse. No logró desnudarse y no le impedí que no lo hiciera. Quería verla. Talvez quería estar con ella y tomarla por detrás como había imaginado antes. El cuerpo de Susana no es del todo bello, únicamente su cadera es hermosa y sus senos pequeños. La mitad de su cuerpo desnudo y muy ebria, no seducía a nadie, excepto a mí que poco a poco fui acabando la botella de vino restante. Susana se acercó ya sin calzones al sofá donde la esperaba, fue bajando poco a poco hasta engullir completamente mi verga. Yo sentí su calor. Su olor.
Y sus nalgas golpearon por poco tiempo mis muslos. Sus nalgas abiertas puestas en mis manos. No terminé. Susana se recostó a lado mío media desnuda con un pulso acelerado sin sentido o ritmo. Luego se quedó dormida y fue entonces que necesite de ti. No duré mucho tiempo despierto. Ya casi dormido te reconocí. Ibas del brazo de María, creo, pero algo le dijiste y fue tu cuerpo el primero en cruzar el pórtico, mientras María y yo seguíamos tu olor a espalda desnuda, como en aquellas noches.


pd: gracias a quienes han leído este blog. Feliz Año Nuevo, o Navidad.