domingo

8

La tarde cae como lluvia sobre tu espalda y el sol inca sus colmillos sobre tu cuello, mientras mi brazo palpita sostenido de tu cintura.

7

Es algo de tu voz que no deja salirme de tu cuerpo. Es algo de tu cuello que no deja de mecerme: Que tú te dejas llama oscura para que te tiente y me queme. Toda tu carne. Fuego que rodea el desnudo de tus ojos desnudos por la desnudez de la noche: Fuego de tu voz que viste de fuego la noche. Tu cuerpo llama a tu cuerpo en llama y la tierra en mí se calienta y tirito de fuego. Es algo de tu voz que no deja salirme de tu cuerpo, como si mi sangre se prendiera a tu nuca y respirara de ella la brasa que se prende al ahogar nuestras voces.