jueves

Después de todo qué es ese frenesí que a todos nos inyecta la lujuria de andar por las calles errando zapatos contra la flora y fauna que la ciudad nos da. Yo recuerdo muchas calles, avenidas, y todas ajenas; insultantes si se quiere por el hecho de merecer huella tras huella los bordes de su aritmética base. La mujer descalza del mercado, la nena que compra las blusas doradas o blancas, el morrillo que se orina en la corteza del árbol y todos los demás caminando por quién sabe qué lugar. Como quiera es ir, venir, tomar, dejar, el círculo colosal de todos los pasos andados, la puta mierda de caminar al rumbo de la acera, o diría mejor al ritmo de acera.

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