martes

III

Por la tarde llovió sobre el cántaro sucio
La luz se despidió con labios suaves
de los pinos
y el polvo se abrazó a la oscuridad
con dientes que le mordían hasta los muslos
Se hizo noche, antes el orgasmo.

Lo noche hace que los muros hablen
que se unten miel las palabras,
que la lámpara desabroche su corsé
y unos senos negros le aparezcan
La noche descuelga los mares
del asfalto,
entorpece el caudal de fríos
entre esquinas y el viento baja
a oler sus prendas

Los vecinos del viento andan su muerte
Escogen el ritual sin sombra,
se adhieren al tono de la seda
en los bares
y vuelven a la lluvia,
urgidos de sexo,
a lamer las fisuras de la acera

No hay comentarios: